martes, 27 de marzo de 2012

Acerca de Dickens en su bicentenario

GUADAÑAZOS PARA LA                                
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 14, marzo de 2012
Directores: Raúl Jaime Gaviria / Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
Correo electrónico: revistasfodelo@yahoo.com
  

Acerca de Dickens en su bicentenario

 Hernán Botero Restrepo

 Así como el sol sale para todos se puede afirmar que Charles Dickens es un escritor para todos; lástima que esto sea en parte solo un mero decir. ¡Hay tantos que por diversos motivos no tienen acceso a él! Colombia es uno de los países en que los amantes de la buena  y más que buena lectura pueden darse el gusto a la vez exquisito y simple de leer a este genio de la novela inglesa. No se trata aquí de penetrar en la profunda esencia de la creación dickensiana ni de abarcarla toda. El propósito de este texto se ciñe a mostrar el panorama crítico-biográfico sobre Dickens de más prominencia, desde la “Vida de Charles Dickens” de John Foster hasta los ensayos de John Irving para muchos una especie de último avatar viviente del escritor británico.

  Hay que lamentar el hecho de que en español ya no se publiquen ediciones de grandes escritores, por más grandes que estos hayan sido, que incluyan su correspondencia. Esto sucede con las obras completas de Dickens publicadas por la editorial Aguilar que pese a su excelencia y las buenas traducciones de José Méndez Herrera y Amando Lázaro Ros adolecen de vacíos tales como el de la ausencia de algunos cuentos y de la “Vida de Cristo” basada en el evangelio de San Lucas que Dickens jamás publicó en vida puesto que la escribió exclusivamente para la educación de sus hijos y que fue publicada post-mortem. Quien escribe no tiene referencia que esta obrita haya sido incluida en alguna edición de obras completas de su autor.

  No son pocos los grandes escritores de lengua inglesa y de otras lenguas que se han ocupado de diverso modo de la producción dickensiana, y en su gran mayoría lo han considerado como uno de los más grandes novelistas de todos los tiempos. Antes de que nos adentremos en el mundo de los biógrafos y críticos de Dickens es pertinente recordar la anécdota de un par de encuentros de Dickens con su amigo Foster en París en las casas de Dumas padre y de Víctor Hugo. De las conversaciones  sostenidas entre Dickens y  los dos grandes escritores franceses no se tiene mayor información, aunque lo que si se sabe es que Hugo le confesó a Dickens la admiración que experimentaba por su obra, algo que conmovió profundamente al escritor de Portsmouth. No menos interesante y quizás aún más fue el encuentro entre Dickens y Poe en el primer viaje a Norteamérica del primero. Es sabido que discutieron acerca de la entonces célebre  novela “Caleb Williams” de William Godwin.

  Sin atenernos a un orden cronológico estricto ocupémonos primero de las biografías sobre Dickens más importantes que se han publicado hasta hoy: “La vida de Dickens” de Chesterton  dado el gran talento del biógrafo es sin lugar a dudas un libro muy logrado y que penetra en muchos de los entresijos de la psicología literaria del autor de “Oliver Twist”. Con todas sus excelencias, en el Dickens de Chesterton se detecta un cierto desenfoque debido al hecho de la pretensión de Chesterton de posar de escritor ultra-culto en contraposición al carácter de escritor inculto aunque genial que este último otorgaba a Dickens. Releyendo la obra tanto del biógrafo como del biografiado se llega a la conclusión de que ni Chesterton era tan culto como el mismo se consideraba ni Dickens era bajo ningún aspecto el escritor desprovisto de cultura que Chesterton nos presenta en su biografía.

  Cabe destacar entre las biografías de grandes escritores ingleses escritas por Hesketh Pearson que van desde la de Shakespeare a la de Wilde, la que este dedicara a Dickens, rica en información, lúcida en su apreciación crítica y empática con la vida y la obra del genial escritor inglés. Mucho se leyó en su momento la biografía de nuestro autor escrita por Una Pope-Hennessy biógrafa crítica igualmente de Poe. En la actualidad su biografía de Dickens ha sido tachada de confusa, pero conserva un encanto de cierto carácter familiar, muy apropiado para un primer acercamiento del lector a la monumental obra de Dickens.

  Por fuera de Inglaterra, la recepción de la obra dickensiana ha tenido ecos críticos digno de resaltar. Tales son los casos del ensayo dedicado a Dickens en “Tres maestros” de Stefan Zweig (los otros dos son Balzac y Dostoievski). Pasando de Austria a Alemania nos encontramos con el primer filósofo que le dedicó un ensayo a Dickens, en su libro “ Literatura y fantasía” Wilhelm Dilthey quien realiza un tipo de lectura de nuestro autor entre positivista e idealista presentándolo como un escritor de primera línea a la altura de un Balzac y de una George Sand a la que también reivindica.

  En los Estados Unidos el lúcido filósofo Richard Rorty escribe el que es hasta la fecha el mejor ensayo sobre Dickens centrado en el aspecto social en su obra; antes de él, Edmond Wilson, quien fuera considerado el gurú de la crítica literaria de su país, escribió en su libro de ensayos “El arco y la herida” un texto en el que presenta a Dickens como un monstruo psico-patológico lo que llevó al gran crítico inglés F.R. Leavis a rebatirlo de manera tan enérgica como ponderada.  No debemos olvidar el pequeño ensayo de André Maurois sobre nuestro autor que aunque nada nuevo agrega está escrito en un agradable estilo.

  A todo lo anterior se debe agregar el que en su libro de ensayos: “Vulgaridad y literatura” Aldous Huxley arremete contra Dickens considerando que el episodio de la muerte de la pequeña Nell en su novela “Almacén de antigüedades” está a la altura de la que el opina con justicia que es la novela para criadas por antonomasia: “El rosario” de Florence M. Barclay. Irónicamente Dostoievski adoraba el personaje de Nell en la novela de Dickens al punto de que el personaje de Nelly en la novela “Nietoschka Nezvanova” es un homenaje al personaje dickensiano.  Siguiendo con la pequeña Nell, hay que citar la célebre frase de Wilde: “ Hay que tener un corazón de piedra, para no morirse de risa al leer la escena de la muerte de la pequeña Nell”. Como paradoja esto suena gracioso, pero ni la muerte de la pequeña Nell es tan ridícula como Huxley y Wilde creían ni Wilde que escribió cuentos tan tiernos como “El príncipe feliz” y “El gigante egoísta”, tenía que salir con semejante y más que dudosa genialidad.

  Entre los escritores de ficción considerados de estirpe dickensiana es necesario mencionar a H.G. Wells ("La Historia de Mr. Polly"), ("Kipps"), ("Bealby"), ("Tono Bungay"); J.B. Priestley ("El callejón del ángel"), ("Los buenos compañeros") que además escribió una buena biografía sobre Dickens. Dejaremos de lado el caso del imitador de Dickens Alphonse Daudet, quien en su trilogía “Tartarín de Tarascón” logra ser dickensiano sin pretenderlo y quien cuando quiso ser dickensiano apenas logró una obra desigual en sus novelas “Jack” y “Poquita cosa” como lo puntualizó en su momento Anatole France.

  Finalmente  hay que relievar el que el novelista norteamericano contemporáneo John Irving llamado por sus lectores y críticos “el nuevo Dickens”  además de evocar, indefectiblemente la obra del autor de “David Copperfield” le ha dedicado a Dickens dos magníficos e inteligentes ensayos desde todo punto de vista: “ El rey de la novela” (para Irving, Dickens) e “Introducción a Canción de navidad”.

  Podemos estar plenamente seguros que en otras dos centurias la obra de Dickens seguirá congregando en torno a sus páginas muchedumbres de excelentes y agradecidos lectores como el que escribe este texto.

martes, 20 de marzo de 2012

ACERCA DEL DESENTONADO GALLO DEL CORONEL

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Edición No. 13, marzo de 2012
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ACERCA DEL DESENTONADO GALLO DEL CORONEL

Hernán Botero Restrepo / Raúl Jaime Gaviria Vélez

  Desentonando un poco con las apoteósicas celebraciones realizadas con motivo de las efemérides de Gabriel García Márquez y Cien años de soledad queremos aportar nuestro granito de arena a tales festejos ocupándonos de un personaje que para muchos se constituyó en un símbolo de culto dentro de la obra de nuestro premio Nobel y que para nosotros no pasa de ser una gran mamada de gallo literaria. El personaje al cual nos referimos es el gallo de El Coronel no tiene quien le escriba.

  Todos los que han leído esta breve novela, saben que el mencionado plumífero (no nos referimos aquí ni al autor ni a su pluma), es un gallo de pelea o fino y que conserva el Coronel como la más preciada herencia de su hijo asesinado en tiempos del general Benjamín Herrera. Siendo el hijo como el padre gallos finos de las luchas liberales.

  Sin ahondar en las complejidades sociológicas de las riñas de gallos a propósito de las cuales creemos que son por lo menos tan gamonalescas como populares, creemos que como icono político el gallo de un revolucionario muerto no puede desempeñar ningún papel en este contexto contrariamente a lo que cree el Coronel.

  Supongamos que el mencionado gallo hubiese obtenido una victoria en la gallera. En tal caso su víctima pudo ser, por qué no, el gallo de un joven liberal como su hijo, o quizás pudo enfrentarse al gallo de un “pájaro chulavita”. Esto en el caso de ganar, en el de perder también se nos ofrecen un par de posibilidades: el gallo del Coronel es vencido por el gallo de otro liberal o este es masacrado por el gallo de un godo. Como conclusión nos permitirnos formular una pregunta: ¿En cualquiera de los casos expuestos anteriormente, desempeña el gallo algún papel político por más intrascendente que este sea?

  Finalmente cabe reflexionar acerca del por qué a lo largo de tantos años a nadie se le haya ocurrido parar mientes en el absurda atribución de carácter de “animal político” a un pobre gallo de pueblo de kikirikesco canto.

  Se nos ocurre pensar: ¿Qué hubiese pasado  si en vez de gallo el Coronel hubiera heredado una excelente gallina ponedora? Luego de largas reflexiones nuestra conclusión es que al menos el Coronel y su esposa no se hubiesen visto obligado a comer mierda al final.

martes, 13 de marzo de 2012

José Evelio Rosero: De carroza a calabaza

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José Evelio Rosero: De carroza a calabaza

Hernán Botero R./ Raúl Jaime Gaviria V.

   Hemos realizado una lectura concienzuda, crítica en el mejor de los sentidos y libre de todo prejuicio o intención sesgada de la novela La carroza de Bolívar de José Evelio Rosero por lo cual nos sentimos plenamente autorizados a expresar el concepto que dicha novela nos merece. En principio nos parece laudable la intención desmitificadora de la figura de Bolívar que esta novela propone y más en nuestro medio donde un estridente y muchas veces tendencioso bolivarianismo ha pululado entre muchos de nuestros buenos y no tan buenos autores. Esto ha llegado a un nivel de confusión tal que en un país tan polarizado como Colombia en el cual la izquierda y la derecha han sostenido una lucha fratricida desde los tiempos de la independencia la figura de Bolívar ha sido reivindicada  tanto por unos como por otros.

  Bolívar es evocado históricamente en la novela que nos ocupa desde el punto de vista de la fuente histórico-bibliográfica proporcionada por los “Estudios” del Doctor Sañudo, oriundo de la ciudad de Pasto y contemporáneo del libertador. El Bolívar de Sañudo es en comparación con el Bolívar  que bien podríamos tildar de “oficial” una especie de anti-Bolívar. Las citas extraídas de los mencionados “Estudios” que continúan siendo desconocidos hasta hoy en nuestro país dan buena cuenta de que novelas y biografías acerca del tema de Bolívar presentan una visión heroicista y panegírica del personaje sin apenas asomo de una crítica que logre presentar un panorama más amplio de la figura del prócer. Tales son los casos de: Mi Simón Bolívar de Fernando González, El general en su laberinto de García Márquez, Las cenizas del libertador de Fernando Cruz Kronfly, Bolívar el insondable de Alvaro Pineda Botero, Sinfonía desde el nuevo mundo de Germán Espinosa y En busca de Bolívar de William Ospina.

  Hay que ser muy concientes de que el Bolívar circunscrito a Pasto de Rosero no agota de ninguna manera la figura del General. Histórica y literariamente a Bolívar hay que seguirle los pasos de Caracas a San Pedro Alejandrino.

Pasando a lo estrictamente novelístico en la obra La carroza de Bolívar hay que puntualizar los protuberantes y repetidos errores tanto sintácticos como técnico-narrativos que la novela presenta. No es necesario aquí entrar a teorizar, puesto que los ejemplos hablan por si mismos:

Una de las primera escenas de la novela nos ofrece la narración de una anécdota en la cual un camión repleto de toros se vuelca y uno de los toros se va cuerno en ristre contra la puerta de una notaría y posteriormente cornea mortalmente al secretario de la misma que dada una paupérrima casualidad (literariamente hablando) responde al apellido de Vaca. Este es un torpe recurso propio de escritores que apenas se inician en los avatares del mundo narrativo y nunca de un escritor que ha sido merecedor de premios tan prestigiosos como The Independent Foreign Fiction Prize y el ALOA Prize, además de una a nuestro modo de ver desmesurada y apresurada aclamación de su obra por parte de algunos críticos que colaboran alimentando a nuestra llamada “gran prensa”. Otro ejemplo, dice la novela en su página 24: ,pero Dios sabe como distribuye sus temblores, pensó, como los adjudica, cómo reparte sus víctimas, cómo acaba con las que tienen que acabar y como deja a quienes falta empezar. A un hispano-escribiente de mediana capacidad nunca se le ocurriría escribir esto último que está errado. Correctamente debería decir: y cómo deja  a quienes apenas comienzan o alguna otra variante igualmente correcta. Así como ésta existe una profusión de inexactitudes semánticas en tal cantidad que sería imposible dar cuenta de ellas en el corto espacio del que disponemos en este blog.

  Aparte de las fallas ya señaladas que son pecata minuta nos encontramos ante el hecho de que en La carroza de Bolívar la muerte del doctor Justo Pastor Proceso es inverosimil en relación con el tipo de realidad-ficción de la novela: si en un circo, el que dos personas se introduzcan dentro de un disfraz de asno es ya de por si difícil lo es más el que esto ocurra dentro de un contexto de la vida cotidiana, por más carnavalesco que este pueda ser. Porque primero: está la dificultad de que el falso asno se parezca siquiera un poco a uno verdadero, segundo: es casi imposible que quienes lo operan lo hagan sin torpeza, con naturalidad y por último que en tal condición pudiesen dar muerte a patadas a alguien.


   En conclusión La carroza de Bolívar es un libro que aunque contiene propuestas interesantes y en el que ha de reconocerse que desmitifica hasta cierto punto la figura procera de Bolívar, cae en falencias que lo desvirtúan como una obra de ficción lograda. Es una lástima que el decoro histórico que sin duda posee la novela no vaya aparejado con una realización estética equiparable.

N. B

Conversando con el colombiano X, novelista veterano y autor de no menos de cinco novelas -según mi criterio y el de algunos críticos muy competentes- de innegable mérito, me decía que una de las fallas de "La carroza de Bolívar" era el que se ponía en boca del Doctor Julio Pastor Proceso López, un gran acopio de fragmentos del historiador citado, que aquel recitaba de memoria. Yo lo contradije diciéndole lo que ahora digo aquí: Proceso López es un obsesivo con todo lo que se relacione con el tema Bolívar-Pasto; nada más creíble que él haya memorizado los escritos de Sañudo. ¿Acaso no sabemos que hay quienes han memorizado obras más extensas que las del anti-bolivariano escritor de Pasto?. Por consiguiente creo que lo que X considera un defecto de "La carroza de Bolívar" es un rotundo acierto. 

martes, 6 de marzo de 2012

Poema de Raúl González y comentario

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ILUMINADA NOCHE por Raúl González

Deseo atraparte
mientras solitaria
vagas entre sombras y
claroscuros
conviertes la noche
en día pálido
amarillo melancólico
propiciando aquelarres y
desvaríos de mentes
                        te descubro
                        desde tiempos remotos
                        acompañando
                        al hombre de las cavernas
iluminas grandes tragedias
en el caos nocturno y
también el naciente
en las horas oscuras
                        los colores desgastarían
                        ojos y los párpados
                        cerrarían pesados
                        ante el cansancio
                        todo sería de una eterna
                        pesantez
pero lo oscuro llega y
siembra el miedo
todo desaparece
                        como hechizo
                        vienes
                        y suave levantas
                        el vuelo de tinieblas
nos salvas de la negrura
en que la tristeza se anida
honda e inamovible
                        revelas las cosas
                        la belleza aflora
                        en los contornos
                        los fantasmas vuelan
                        libres
                        y acarician
                                                                                                                     


Comentario al poema Iluminada noche de Raúl González

Hernán Botero R. / Raúl Jaime Gaviria V.


Este texto más que una crítica poética y valga la redundancia en el sentido crítico-poetológico que hoy se estila, es un comentario a un poema que consideramos sobresaliente en todos sus aspectos: Iluminada noche del poeta Raúl González. En esencia se trata de un intenso canto amoroso de carácter más bien inusual en los tiempos que corren. Tan es así que un escrutinio de la poesía amorosa colombiana contemporánea arroja un muy pobre resultado con excepción de los muy logrados poemas de amor de Darío Jaramillo Agudelo y algunos otros pocos.

  La imaginería del poema es de una vasta riqueza y no se aparta en ningún momento del tema amoroso que constituye la esencia del mismo. Fenómenos atmosféricos, evocaciones prehistóricas, el poder transfigurador y milagroso del amor, se fusionan en un todo que se va desgranando con fluido ritmo interior en unos versos que de ninguna manera son líneas de prosa partidas caprichosamente.

   Iluminada noche, siendo un poema muy afín a la estética actual tiene la virtud de no incurrir en manidos hermetismos ni en exhibiciones experimentalistas de ningún tipo. Esto no quiere decir que el poema posea un carácter simplista, muy al contrario, requiere de una lectura atenta y  susceptible de ser permeada por los armónicos que se desprenden de las imágenes poéticas en él contenidas.

   Uno de los sub-temas más delicadamente impactantes en el poema es el contraste entre oscuridad y luz dejando siempre un lugar para la esperanza, algo por desgracia en desuso entre los poetas de hoy, incluso entre aquellos que se ocupan del tema del amor en sus composiciones.

   Esperamos que el caso de Raúl González se constituya en la primera de muchas golondrinas que propicien un iluminado verano en medio del invierno de nuestro descontento (William Shakespeare,) ante la desolación del panorama poético nacional de la actualidad.

   Buen tiempo y próspero viaje para el poeta que se nos revela hoy.