martes, 31 de diciembre de 2013

A propósito de nuestro blog Guadañazos para la Bella Villa, 2013

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 116, diciembre de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo




A propósito de nuestro blog Guadañazos para la Bella Villa, 2013

Raúl Jaime Gaviria


Ha transcurrido un año más para nuestro blog Guadañazos para la Bella Villa. Son casi dos años en los que, con constancia, hemos transitado este muy interesante aunque, por qué no decirlo, también ingrato camino del ejercicio de la crítica literaria independiente en medio del desierto crítico que, por fuera de los anquilosados ámbitos académicos, caracteriza a nuestro país.  Creo que hemos acertado algunas veces y también, —errare humanum est nos hemos equivocado en tantas otras.

Personalmente recibí muchas críticas (la última bastante dolorosa por cierto, por parte de una de mis mejores amigas, prestigiosa académica y gran lectora de nuestro blog) por mi artículo acerca de Fernando Vallejo titulado “Los dogmas de Fernando Vallejo”, cuando en un apartado del mismo me atreví a afirmar que, hasta la fecha, en Colombia no se había producido una literatura de auténtico alcance universal y que, por lo tanto, a Vallejo le bastaba con su obra para ser el mejor. Este artículo, que aparte de aparecer en esta página fue reproducido por el suplemento literario del Nuevo Siglo, había que leerlo en “clave Vallejo” por decirlo así; pues a un peso pesado de la literatura, a quien todo el mundo alaba sin dar argumentos “simplemente porque sí” hay que enfrentársele críticamente utilizando armas dialécticas aptas para un escenario confrontacional de fuerzas más o menos equilibradas. Lo cierto es que muchos no lo entendieron así y, al parecer, están dispuestos a dejarle pasar todo a un escritor consagrado como Vallejo (disfrazando lo suyo de excelso humor negro) mientras por el otro lado no están dispuestos a perdonarle ni media a un crítico independiente que actúa desde la margen y que, más allá de que pueda equivocarse, está dispuesto a correr riesgos. Porque de lo que estoy plenamente seguro es de que la crítica literaria independiente si no es arriesgada, llegando incluso hasta las fronteras de la  temeridad, no cumple con su función primordial, como lo es la de ayudarle al sujeto más vulnerable del hecho literario, al lector, a no tragar entero (perdónenme por el coloquialismo). Y aquí es importante distinguir aquello que diferencia a la crítica literaria independiente con la crítica meramente academicista.

Por lo general, la crítica de academia (y por ende los críticos académicos) en su solipsismo no le conceden el menor interés al lector, ni al que lee sus críticas y mucho menos al lector de los libros y autores sujetos de estas. Contrario al crítico independiente, que busca generar espacios de mayor claridad, al crítico académico le fascina posar de más inteligente y a toda costa busca oscurecer el hecho discursivo con el fin de enclaustrar el conocimiento; de ahí que la crítica literaria académica, por más buena intención que tenga, será, salvo contadísimas excepciones, una crítica de talante autoritario y sesgo  antidemocrático.

El valor de un blog como Guadañazos para la Bella Villa  radica precisamente en que pretende hacer digerible el hecho crítico de una manera clara y directa sin desviarse del camino medio. No estamos por una crítica facilista y superficial que superabunda en loas hipócritas ni tampoco abordamos la crítica como un hecho científico de metodismo asfixiante. Ni mucho menos somos de los que consideramos que la crítica ha de ser necesariamente negativa; muchos de nuestros artículos han ponderado la calidad tanto de textos como de autores.

Por su fidelidad le agradecemos a nuestros lectores, muchos o pocos, que nos han acompañando y que esperamos lo sigan haciendo en el 2014. Valga también este último encuentro del año para ofrecerles un par de anuncios: en primer lugar decirles que el gran amigo y excelente hombre de letras Rubén López Rodrigué no nos acompañará en Guadañazos para el próximo año. Otros proyectos, siempre en la esfera de lo literario, demandan con más urgencia su concurrencia. Por nuestra parte no nos queda más que agradecerle por su valiosa aportación crítica y su don de gentes y le deseamos los mayores logros y éxitos en el futuro. Por último, y siempre pensando que nuestro blog debe alcanzar cada día cotas más altas y llegar a muchos más lectores, queremos anunciarles que, con frecuencia quincenal, publicaremos un artículo traducido al idioma inglés que haya sido previamente publicado en nuestro blog. Con esto pretendemos darle un cariz más internacional a Guadañazos para la Bella Villa y dar a conocer, por fuera de nuestras fronteras, mucho de lo por lo menos digno de destacar y de lo peor de nuestra literatura local y nacional, así como nuestras ocasionales reflexiones acerca de otros ámbitos literarios pasados y presentes.

martes, 24 de diciembre de 2013

¿Ha perdido toda vigencia el teatro español del Siglo de Oro?

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 115, diciembre de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué




¿Ha perdido toda vigencia el teatro español del Siglo de Oro?
Hernán Botero Restrepo

Nadie que se encuentre en sus cabales, literaria y teatralmente, puede responder con un sí a la pregunta que he elegido como título del presente texto. Existe, empero, un escritor español de primera fila en todos los géneros literarios —que los ha cultivado todos menos el teatral— que no dudaría en hacerlo, se trata de Andrés Trapiello; de hecho lo hace, en uno de sus maravillosos diarios agrupados bajo el título de Salón de pasos perdidos, con argumentos poco menos que mezquinos y que no es del caso resumir aquí. Para Trapiello, además, la novela picaresca, desde El Lazarillo de Tormes hasta la autobiográfica Vida de Torres Villaroel, es una manifestación de genio escritural frente a la que el teatro clásico español es pura inanidad (en especial el de Lope de Vega).
Calculando, por lo bajo, el número de piezas teatrales escritas y representadas en España, desde las del precursor Lope de Rueda hasta las de Calderón de la Barca, estas sobrepasan los dos millares. Entre las cuales, al lado de ciertamente numerosas piezas que oscilan entre la falencia estética total y la no poca mediocridad, se hallan no escasas obras maestras aún vigentes artísticamente en nuestros días. Esto es válido en cuanto a sus temáticas y al modo de tratarlas, a la catadura sicológica de los personajes, al verso en que están escritas y aun a la simple versificación que distingue a tantas de ellas, en especial a los denominados entremeses (recuérdese a Cervantes y al pre-áureo Lope de Rueda) desde los escritos por el autor de El paso de las aceitunas hasta Pérez de Montalbán, discípulo de Lope el grande (el de Vega y Carpio) antes de que se iniciara la decadencia post-calderoniana, con autores como Bances Candamo
Y más allá de las reservas de las que hemos dado cuenta, el teatro español del seiscientos es una de las fuerzas vivas de la cultura castellana junto con la poesía lírica, la profana y la mística, y en menor medida con la épica.
En lo que atañe a la novela seiscientista, consideremos a El Quijote como fuera de concurso por su genialidad  no equiparable con ninguna otra obra genero, aunque esta genialidad no sea absoluta, (¿quién recuerda el capítulo de la cabeza parlante?). Trapiello, para volver a él, juzga que la novela picaresca es una creación de arte literario que supera con creces a la teatral, en la España de su tiempo, y que permanece viva hasta nuestros días.
Que la picaresca española es merecedora de admiración desde que aparece La pícara Justina de López de Ubeda hasta la Vida de Diego de Torres Villarroel, es algo sobre lo que no cabe duda alguna. Vale la pena recordar aquí que, en su libro de ensayos Furgón de cola, Juan Goytisolo dedica uno de estos a Vida de Estebanillo González (escrito, supuestamente, por el propio Estebanillo) al que califica de obra excepcional, por sus desfachatados humor e ironía de buena ley y por la concepción riquísima del narrador protagónico en primera persona; igualmente provechoso es hacer memoria de la picaresca de Castillo Solórzano, cuyas personajes picarescos femeninos, como la Garduña de Sevilla, difícilmente pueden olvidarse.
Conclusión y consejo:
Lo más meritorio del teatro y la novela españolas del Siglo de Oro se hallan a la par como logros artísticos.
N.B.
Dos inmensos autores españoles, comúnmente no asociados a la creación teatral, nada más y nada menos que Quevedo y Góngora, escribieron algunas piezas para la escena. Las de Góngora tienen el cariz gongorista que era de esperar y las de Quevedo acusan el genio de este. No podía ser de otro modo en ambos casos.


martes, 17 de diciembre de 2013

PENSAMIENTOS O REFLEXIONES

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 114, diciembre de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué


PENSAMIENTOS O REFLEXIONES
Rubén López Rodrigué
 








 
La psicosis en el texto no siempre conlleva una psicosis del autor.
Cuando hay proliferación de citas y autores en un texto, su autor se desdibuja por completo.
Tus mejores amigos es muy probable que lleguen a ser tus peores enemigos por el profundo conocimiento que tienen de ti. Y, a veces, un enemigo se convierte en tu amigo.
Uno es el peor enemigo de sí mismo. 
Don Juan es un hombre que levanta el vuelo sin un destino definido.
Flaubert era freudiano sin saberlo al tratar de desafiar el enigma de ese «continente oscuro» que es la sexualidad femenina, esa cosa confusa en cuanto a su identidad. Su novela Madame Bovary es un «tratado» sobre las miserias de las mujeres.
En el parecer está la esencia, lo que ocurre es que hay que saber leerla.
Si el Dios cristiano es un ser perfecto, ¿por qué crea cosas y seres imperfectos?
Más que buscar un objeto de amor, Don Juan huye de la soledad.
Dizque Colombia es el país más feliz del mundo. ¿Pero cómo va a ser feliz un país donde todo ciudadano imagina que el que camina detrás de él lo va a robar, atracar o matar?
Bajo ciertas circunstancias, no comprar un dentífrico o pasta dental de determinada marca podría precipitar a determinada empresa hacia la quiebra total.
Mientras los demás hombres, antes de abordar una mujer, elaboran en la cabeza un tratado de metafísica, el secreto de Don Juan es que actúa y no reflexiona.
En Colombia no existe una cultura de la crítica, sino una anticultura de la criticonada.
Las críticas destructivas, despiadadas, que tratan a sus condenados como leprosos a quienes hay que evitar a toda costa, suelen ser proyecciones de los propios conflictos y resentimientos personales de quien las hace.
Cada instante es el último, puesto que es único y no se repetirá.
El tiempo es un monstruo que se lo traga todo como un agujero negro.
Buena parte del futuro de la humanidad dependerá de las mujeres. Esperemos que ese mundo no sea más despótico que el de los hombres.
Mi padre hizo del aburrimiento una religión y de la religión un aburrimiento.
Las mujeres tejen y destejen a un hombre toda una tarde.
En ciertos momentos, Flaubert llegó a sentirse como un insecto aplastado por los dedos gigantes de su personaje Madame Bovary.
Hay quienes matan el amor hablando o escribiendo sobre él.
La originalidad del escritor consiste en abrir una ventana nueva hacia el universo, poner al lector a ver lo que nunca había visto.
El tiempo es el mayor tesoro, pues cualquier cosa que hagas o dejes de hacer es a través del tiempo.
Las mujeres que se creen irresistibles, con semejante vanidad arruinan por lo menos la mitad de sus atractivos.
Un sujeto escribe un solo ensayo y ya dice que es ensayista. Otro dice que es crítico literario porque escribió un artículo sobre el libro de un poeta. Definitivamente vivimos es de semblantes.
Soy como el Ave Fénix: vivo renaciendo de entre las cenizas.
Han dicho que por mis venas circula agua helada. Pero soy como un volcán nevado: frío por fuera y con fuego en el interior.
Hay personas que se afanan en criticar a los demás en la misma proporción en que se olvidan de mirarse a sí mismas.
El escritor es portador de la soledad del poder, el poder de crear criaturas como un dios.
Distingo la creación de la creatividad. La creación es propia del talentoso y la creatividad es algo inherente a cualquier persona.
El amor conduce al desenfreno, de ahí que se lo suela equiparar con la locura.
Todos llevamos un cementerio encima puesto que todos nuestros antepasados están muertos.
Nuestras células son los ladrillos de que estamos hechos.
A veces se quiere a otra persona cuando se deja dominar, pero cuando se rebela se la deja de querer.
El más rico no es el que tiene más dinero sino el que tiene menos deseos.
Es una gran paradoja que Edipo Rey se mire a sí mismo solo después de sacarse los ojos.
Si no podemos evitar los síntomas, ¿para qué pelearse con ellos?
El respeto hay que ganárselo y no imponerlo como lo haría una madre o un padre tiránico.
Existe la «filosofía» del «si no lo he visto es porque no existe», como si el sujeto fuera la medida de todas las cosas.
Un escritor lírico, citando la Biblia, me decía: «Ten mucho cuidado, pues el enemigo está en la propia casa».
Don Juan no estimula el deseo por lo nuevo, sino que produce el goce de la repetición de lo mismo.
Dios es una metáfora de una energía, más exactamente del amor.
La vida es una cosa vacía y hay que darle sentido reinventándose todos los días en el modo de vivir.
Aunque el escritor diga que lo que afirma el crítico literario no tiene nada que ver con su obra, se ha de advertir que toda obra artística es básicamente irracional, un producto del inconsciente, y por consiguiente otro puede advertir lo que el propio autor no ve.
El mediocre no sabe ver dónde están las aptitudes de otros y suele tacharlos de mediocres.
Esta parece ser la lógica de la envidia: «Si no sobresalgo yo, que tampoco sobresalga nadie».
El rasgo picante de la idiosincrasia colombiana es el divorcio entre el calificativo y el hecho.
La condición natural de un escritor, lo que mejor lo define, es ser un exiliado de sí mismo.
Si el artista no tiene una visión propia, ¿qué puede aportarle al arte? 
Es un inconveniente andar entre mediocres: te miden con su misma vara.
Hay que anteponer el texto a la publicación y no la publicación al texto.
Existen sujetos que a todo el mundo le ven cabeza de clavo.
Cuando me preguntan dónde vivo contesto que vivo en el futuro y cuando me preguntan qué edad tengo respondo que tengo la edad del Universo.
Quisiera ser admirado por la escritura, no por la fama o el dinero que pueda obtener.
Lo ideal es ser como el águila, que en su majestuoso vuelo no aletea sino que planea.
Cuando enfrento la realidad siento dolor de cabeza.
Hay que estar lejos para estar cerca.
«De derrota en derrota ganaremos la guerra», recuerdo que decía el rector de mi colegio citando a Churchill. Pero sé que en literatura no hay ninguna guerra qué ganar.



martes, 10 de diciembre de 2013

DISQUISICIONES SOBRE EL ARTE DE LA SEDUCCIÓN

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 113, diciembre de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué


 





DISQUISICIONES SOBRE EL ARTE DE LA SEDUCCIÓN
Sobre El regreso de Casanova de Arthur Schnitzler (El Acantilado, 2000)

Raúl Jaime Gaviria

El mito de Giacomo Casanova, el famoso mujeriego y hombre de mundo, cuyas increíbles aventuras subyugaron a Europa, es abordado en este libro del escritor judío austriaco Arthur Schnitzler (1862-1931) desde una perspectiva bien distinta e ingeniosa. El autor (quien introdujo el monólogo interior en la literatura de lengua alemana), concibe la historia a partir de un hipotético Casanova que supera la cincuentena y en quien la decadencia, tanto física como psicológica, se hace evidente. Con bastantes elementos ficcionales añadidos, Schnitzler nos muestra al otrora galán principesco convertido, gracias al paso de los años, en un ser patético; atrapado y torturado por el deseo erótico y que con tal de saciarlo se conduce a sí mismo a través de los laberintos de las pasiones más perversas llegando incluso hasta el crimen. El mismo deseo erótico, que en su juventud representaba para él la más alta cumbre de la libertad humana, y por él cual realizó toda suerte de proezas, se convirtió, a la vuelta de los años, en su peor carcelero. Y todo por confiar su ideal de felicidad a una pasión efímera.
         De lo que sabemos de cómo transcurrió la vejez de Casanova, en cuanto a su praxis de seductor y hombre de acción, podemos inferir su fracaso como ser humano íntegro; pues vivió sus últimos años al servicio de un gran señor de la nobleza europea, y, paradójicamente, para un librepensador como él, ejecutando labores de espía nada menos que de la Santa Inquisición, de cuya prisión de Los Plomos escapó siendo muy joven. Es seguro que Casanova no se encontraba debidamente apertrechado desde la filosofía, a pesar de haberse preciado de hombre culto y filósofo (tuvo tratos con Voltaire e incluso llegó a escribir una novela precursora de la ciencia-ficción: El Icosamerón y una admirable novela corta, El duelo), como para sobrellevar la imposibilidad de ser correspondido en la idea de amor que él había construido para sí; aunque podemos inferir por medio de sus Memorias (que recientemente han sido publicadas en España en su versión más fidedigna) que la filosofía fue para él un medio más de seducción como lo fueron la literatura, el arte del buen vestir, las relaciones públicas o las buenas maneras en la mesa; de ahí que, más allá de los elementos ficcionales, la obra de Schnitzler se acerque, quizás, con bastante tino a la realidad; lo que haría de Giacomo Casanova poco menos que un seductor mediocre a pesar de la fama en contrario con que la historia nos lo muestra; estribando su mediocridad en el hecho de no percibir con suficiente agudeza el hecho de “la otredad” en los seres por él seducidos; concibiendo a estos como mera proyección egotista de sí, pues la ecuación del amante perfecto ha de necesariamente incluir dentro del que podríamos denominar “teatro de guerra del amor” al ser seductor y al ser seducido en un plano en el que, siendo imposible la igualdad (en toda guerra siempre hay vencedores y vencidos), por lo menos se encuentren provistas reglas de acción claras que les permitan representar su rol, dentro de esa particular puesta en escena, a los personajes de la mejor manera posible.
             Ser amante supone, entonces, un intenso esfuerzo por acceder a la alteridad de ese otro que no soy yo (el amado), y que, paradójicamente, me completa al hacerme consciente de mi incompletud y que además logra que me vea a mí mismo como un ser inacabado y por lo tanto necesitado. Es en ese tomar consciencia del otro en mí, en donde la aparente superioridad del amante se hace relativa y la balanza de fuerzas entre este y el amado se alían en pos del equilibrio que no es otra cosa que la aspiración a la unión perfecta de los opuestos, unión que en un mundo esencialmente desequilibrado como el nuestro es altamente improbable, no dejando por esto de ser loable el que se aspire a esta unión, anhelo que, según creo, no cruzó jamás por la mente del mal seductor de Giacomo Casanova que, por lo visto, no pasó de ser un ordinario picaflor.

martes, 3 de diciembre de 2013

Tres poemas oníricos por Hernán Botero R.

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 112, diciembre de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué



De uno que se acogió finalmente al silencio

por Hernán Botero Restrepo

¿ A quién podría dirigir mis palabras?
¿en qué oído verterlas?
si son el sufrimiento destilado
de mis días sin dicha
y mis noches sin sueño
mi vitriolo verbal perforaría
desde el oído al alma
lo que de humano hubiese en quien me oyera
mejor las dejo a todas
que se ensordezcan
gritándose las unas a las otras
y me entrego al silencio
no porque crea que puede sosegarme
sino porque mi lengua pesa tanto
que ninguna palabra podría pronunciar.
En verdad, en verdad es el silencio
la esencia de mi habla
yo no tengo palabras para nadie
y mi silencio nadie
nació para escucharlo.

Una fiesta perpetua
                    I
Abierta al público de lunes a lunes
irradiando misterios de su simplicidad
y espejeando claridades
desde sus más oscuros horizontes
abierta al público toda la semana
toda la vida, de domingo a domingo
lo mismo diferente cada vez
lo diferente nuevo
lunes martes y miércoles
el espacio y el tiempo abrazándolo todo
y abrazados
semanalmente, indefinidamente
cual si fuera una feria de flores
que no se marchitaran
o de estrellas
cada una fulgurando
sobre un trozo de noche
así quisiera yo la poesía, así la sueño.

                           II
Un clavel floreciendo en la clepsidra
un manantial que brota de una roca herida
un oído convulso casi en éxtasis
por esa bendición resurrectora
que es un poema escrito con la sangre del alma
espejo de palabras que se encuentran
y el cuerpo como cómplice
en buena compañía
soledad habitada por fantasmas
que dicen sí a la vida
mano hacendosa que restaura el brillo
de la empañada prosa de los días.

Poema del sueño del mar de vino

Estoy nadando en un gran mar de vino
todo es cálido, el sol mezcla con su oro
la urdimbre líquida
en mi lengua un sabor a mosto del Rin se despierta
jugando a la dulzura con la tibieza semiseca que hechiza mi paladar
y va perdiendo mi alma
en un momento del momento que este sueño dura
dentro de mí o viniendo de afuera
me alerta una voz:¡cuidado, comienzas a embriagarte
y el áspero fondo espera al nadador borracho!
Miro con decisión hacia adelante
muy próxima y rocosa
tan dura y tan ajena al dulzor que me embriaga
una costa se alza
la del mundo de todos los días
mi sueño ha concluido.
Ya estoy fuera del mar
me he salvado
despierto palpando mi almohada
roca menos dura que las rocas de la playa.
De no haber despertado
quizás el ahogarme hubiera sido grato
pero algo en la dureza de mi almohada
me ha ganado a favor de los mares salados
vinosos solo en su color
esos mares que el índice recorre en el mapa
mientras se van nombrando las tierras que circundan.