jueves, 24 de mayo de 2012

Influencia de Dickens en la novelística occidental moderna ( I )

GUADAÑAZOS PARA LA                                
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 20, mayo de 2012
Directores: Raúl Jaime Gaviria / Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
Correo electrónico: revistasfodelo@yahoo.com

 Influencia de Dickens en la novelística occidental moderna ( I )

 Hernán Botero Restrepo

  La influencia ejercida por la obra de Dickens en la literatura occidental, desde que el autor estaba vivo hasta la actualidad es un hecho digno de consideración que voy a tratar resumidamente en este texto por dos motivos fundamentales: el primero de ellos radica en que nos presenta a Dickens como un autor que no ha sufrido jamás un eclipse ni de sol ni de luna en lo que atañe al mundo tanto de escritores como de lectores. El segundo, porque conduce a recordar a grandes autores, que sin dejar de ser originales, se enriquecieron literariamente con la lectura que realizaron del que escribiera obras tan geniales como “Los papeles póstumos del Club Pickwick” y “Nuestro común amigo”.

  Es lógico, antes de abordar el tema anunciado al comienzo, preguntarse por las influencias que recibió el propio Dickens de algunos de los autores que este leyó. He de señalar que el mayor influjo que en materia de creación literaria recibió Dickens, fue el de los grandes novelistas ingleses del siglo dieciocho: Henry Fielding, Tobias George Smollet y Lawrence Sterne, quienes no habrían llegado a ser lo que fueron, si a la vez no hubieran conocido a Cervantes, cuyo Quijote fue traducido al inglés si bien unos pocos años más tarde de que lo fuera al francés y que tuvo un mayor impacto en Inglaterra.  Francia lo recibió con una actitud crítica negativa en no pocas ocasiones; de ello son cumplidos ejemplos los reparos que hicieron a la historia del Ingenioso Hidalgo, los novelistas Charles Sorel (considerado el fundador del primer realismo narrativo en Francia) y Alain René Lesage el autor de la españolísima - que no españolada -  y muy agradable “Historia de Blas Gil de Santillana”.

  Y ya que estamos en Francia en cuya literatura la influencia Dickensiana ha sido relativamente menor, me quiero referir a dos autores muy notables, el segundo de ellos muchísimo más que el primero. El primero ( en el tiempo) es Alphonse Daudet, entusiasta dickensiano, que lo imitó con regular fortuna en sus novelas “Jack” y “La poquita cosa”, juzgadas con acierto por Anatole France como pálidos remedos de las novelas en que Dickens presenta a sus lectores a personajes infantiles, adolescentes y juveniles. Más dickensiana que estas dos novelas es la trilogía de "Tartarín de Tarascón", que tiene algo de avatar francés de Don Quijote, fuente común de Dickens y de Daudet. Es oportuno señalar que Daudet nos presenta en su "Tartarín" un Quijote francés más no un Sancho galo; Dickens, en cambio, en su "Pickwick" crea un inolvidable Sancho en la figura de Sam Weller.  El otro francés en el que se percibe la influencia de Dickens es Marcel Proust quien tanto admirara la literatura inglesa. En su inmortal “En busca del tiempo perdido”, el lector se encuentra por ejemplo con un grupo de personajes, los que integran la familia  Verdurin, especie de réplica de la familia Veneering de Dickens y que encarnan a la manera francesa en Proust y su época y a la inglesa en Dickens y su tiempo el fenómeno social de los nuevos ricos. Por último es interesante destacar el hecho de que el gran dramaturgo Jean Anhouil, contemporáneo de los cultivadores del teatro del absurdo haga evocar en algunas de sus obras personajes y atmósferas dickensianos, idea que no es mía, pues la han planteado diversos críticos del dramaturgo francés.

  Regresando a la tierra natal de Dickens, considero que hay que hacer un distingo, entre los escritores a los que influenció Dickens y que fueron contemporáneos suyos y los posteriores a su época. Los primeros sin que quepa duda de ello son: su gran amigo Wilkie Collins, el autor de la más perfecta novela de intriga de todos los tiempos “La piedra lunar” según T. S. Eliot, que la considera la obra maestra de su autor. Yo considero más lograda “Armadale” en la que la presencia del espíritu dickensiano es claramente discernible. Así mismo en Edward Bulwer Lytton, el popular autor de “Los últimos días de Pompeya” , también amigo Dickens, se acercó literariamente al Shakespeare de la novela inglesa en sus últimas novelas ,en las que Bulwer, se dedica con el cuidado de un fino anatomista social a poner en la picota de la ironía el mundo que Dickens recreó en todas sus grandes novelas. No he tenido acceso a la novelística de Charles Reade ni a la del irlandés Charles Lever, pero los críticos ingleses más solventes no dejan de ubicarlos en la onda dickensiana.

  Influencia de Dickens hay en la obra de un gran novelista de temática social, de una generación posterior pero muy próxima a la de aquel, George Gissing que escribió además elogiosamente sobre el autor cuyo bicentenario se está conmemorando. Es una lástima que ni las últimas novelas de Bulwer-Lytton ni las de Gissing ni las de Reade hayan sido jamás traducidas al español.

  Dando un salto al siglo XX, todavía en Inglaterra, nos encontramos con el novelista, dramarturgo, ensayista y también competente biógrafo de Dickens, J. B. Priestley, que escribió dos maravillosas novelas: “ Los buenos compañeros” y “El callejón del ángel” que son de lo más dickensiano que quepa imaginarse. Molesto porque se le llegó a apodar por la autoría de esas dos obras “Un Dickens redivivo”, Priestley abandonó para siempre su dickensianismo, cosa que no hay porque reprocharle, y llegó a escribir obras de un carácter casi existencialista como la brillante y a la par siniestra novela “Perdidos en la noche”. Sería injusto omitir el hecho de que en la vastísima obra de H.G. Wells destacan cuatro novelas de pergeño dickensiano: “Tono Bungay”, “La historia de Mr. Polly”, “Kipps” y “Bealby” que no tienen nada que envidiar a obras como “La máquina del tiempo” y “El hombre invisible”

  Para finalizar esta entrega no deseo pasar por alto los nombres de dos grandes humoristas ingleses, el último de ellos aún vivo: P.G. Wodehouse y Tom Sharpe, que siendo muy disímiles entre sí, y en cuyas obras  no es facilmente detectable, de un modo directo, la influencia dickensiana, no  serían los escritores que son, sin el precedente del legado novelístico de Dickens.


P.D.

Comunicamos a nuestros lectores que este último post acerca de Dickens, dada su extensión y para efectos de una más agradable lectura será publicado en tres entregas.