martes, 5 de junio de 2012

Influencia de Dickens en la novelística occidental moderna ( III )

GUADAÑAZOS PARA LA                                
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 22, junio de 2012
Directores: Raúl Jaime Gaviria / Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
Correo electrónico: revistasfodelo@yahoo.com

 Influencia de Dickens en la novelística occidental moderna ( III )

Hernán Botero Restrepo

Situándonos en los Estados Unidos durante el transcurso de los dos últimos siglos -no hay por que olvidar que Dickens viajo dos veces a este país, primero durante su juventud, y luego ya en su madurez. Lo primero que hay que destacar es el que el autor inglés fue recibido con alborozo por gran parte del público lector norteamericano. En su primera estadía, compartió algunos ratos, que debieron haber sido fascinantes, con Edgar Allan Poe. De su primera estancia norteamericana Dickens extrajo personajes y temas estadinenses que en parte componen su novela "Martin Chuzzlewit".

Tanto en la novela citada como en su libro “Notas de Norteamérica” Dickens aparece como un agudo crítico de lo que consideraba como bárbaro e inculto dentro de la recién formada democracia norteamericana, sin que esto implique que sus ojos hayan estado cerrados ante los logros progresistas y humanitarios de su vida e instituciones. Hay un autor: Bret Harte contemporáneo de Dickens  y con quien este estableció una fecunda amistad que en algunos de sus relatos tales como “El socio de Tennessee” y  “Los desterrados de Poker Flat” (tan admirados por Borges)  presenta una acusada similitud con Dickens especialmente en cuanto al aspecto dramático de su talante literario.

Como caso emblemático de la influencia contemporánea de Charles Dickens nos encontramos con John Irving, el prestigioso autor de grandes obras como  “Un hijo del circo” y  “El mundo según Garp”, quien no solamente ha sido reconocido como el autor dickensiano por excelencia de nuestra época sino que el mismo reconoce su deuda espiritual y literaria con el autor de “ Oliver Twist”, obra que influyó de manera determinante  en “Príncipes de Maine, Reyes de Nueva Inglaterra” ( así lo indica explícitamente el narrador en esta obra).  A Irving se le deben además dos excelentes ensayos sobre Dickens: “El rey de la novela”, que para Irving no es otro que el mismo Dickens. El otro ensayo es una bella introducción a “Canción de navidad”.

Quiero concluir la serie de textos escritos en homenaje a Charles Dickens en el bicentenario de su natalicio con la evocación de dos momentos personales de mis lecturas dickensianas. La primera es de muy vieja data en mi vida de lector: leyendo un texto filosófico de Bertrand Russell me encontré con la comparación establecida por el filósofo inglés entre la concepción rígida, estática y monolítica que según él tenían algunos pensadores idealistas acerca de la materia con el muchacho que a lo largo del “Pickwick” de Dickens aparece en diversas ocasiones con la particularidad de que siempre está durmiendo y que siendo un personaje de su novela se pierde en ésta y de ésta a causa de su pertinaz sueño. El otro momento se relaciona con el Dickens dramático y aún trágico en su novela histórica sobre la revolución francesa “Historia de dos ciudades”, en la que el abogado fracasado y alcoholizado Sidney Carton, enamorado de la joven Lucía Manette, se hace pasar por el novio de ésta Charles Darnay quien había sido condenado a muerte, y ofrece como prueba suprema de amor a la mujer que ama su propia cabeza, que cae en lugar de la de Darnay bajo el agudo filo de la guillotina de la época del terror jacobino.