martes, 10 de abril de 2012

El mundo: coto de caza para los escritores

GUADAÑAZOS PARA LA                                
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 16, abril de 2012
Directores: Raúl Jaime Gaviria / Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
Correo electrónico: revistasfodelo@yahoo.com

 
El mundo: coto de caza para todos los escritores

Hernán Botero R./ Raúl Jaime Gaviria Vélez


  Está muy arraigado en nuestro medio el prejuicio de que necesariamente una novela escrita por un autor del ámbito local no pueda incursionar dentro de los parámetros de su ficción en ámbitos exógenos, que solo deja de aplicarse cuando el consabido autor local ha vivido físicamente en el país o la región extranjera en la cual su obra ha de tener lugar.

  En los tiempos que corren, ante la innegable penetración tecnológica a la cual nos vemos abocados en la recién advenida era digital, el escritor de ficción dispone de una mayor libertad para escoger las coordenadas tempo-espaciales de sus obras lo cual era menos frecuente para los escritores de la llamada era análoga. No deja de ser contradictoria en plena era cibernética y cibernáutica esta parroquialización del escritor.

  Es como si se negase al matemático francés Le Verrier la gloria de haber descubierto a Neptuno por  vía del cálculo por el mero hecho de no haber realizado tal hallazgo utilizando el telescopio. ¿Por qué entonces no se admite que a través del conocimiento que hoy nos ofrecen internet, las redes sociales y los medios de comunicación globales se pueda acceder de manera eficaz  y gratificante a las variopintas atmósferas que en otros tiempos era menester vivenciar de modo directo?

    Aún hoy se sigue defendiendo el concepto de que solo quien interactúa físicamente con el medio al  que describirá en sus obras tiene la posibilidad de realizar una creación de carácter auténtico y con posibilidades de que a esta se le confiera el carácter de universal.

   Los ejemplos hablan por si solos: Tomemos el caso de la última novela de Mario Vargas Llosa “El sueño del Celta” donde el autor se aleja de su tradicional temática latinoamericana tocando un tema que a primera vista podría parecer exótico en el sentido frívolo, ya que la novela transcurre en el antiguo Congo Belga de tiempos del vesánico monarca Leopoldo II. ¿Quien podría decir que a un lector del Zaire contemporáneo no le podría aportar este libro referentes importantes para  comprender  a la luz de una mirada externa amplia y profunda en su humanidad el contexto de un periodo crucial del pasado colonial de su patria?. Lo que quiero puntualizar es que una novela como “El sueño del Celta” difícilmente podría haber surgido en el contexto pre-tecnológico en el cual surgió el tan cacareado boom latinoamericano de los años sesenta. Y aunque hoy parezca algo propio de la ciencia ficción, es probable que en un futuro, quizás no tan lejano, un escritor zaireño elija  situar una de sus novelas en Perú sin que esto genere ningún escándalo crítico.

  Con esto no pretendemos caer en  lo que podríamos denominar “bolañismo apátrida” que como lo hizo el escritor de los “Detectives salvajes” niega toda alusión a su tierra natal (patria de novelistas tan grandes como Donoso y Lafourcade) y quien denostó de Chile hasta en el origen del vino que se tomaba.  Lo que queremos puntualizar es que lo fundamental y lo que hace que una obra novelística sea en verdad buena no estriba en el origen y destino tanto del autor como del escenario en el cual la obra se ha de desenvolver sino en que esa relación autor-escenario, más allá del tipo de acercamiento a través del cual tuvo lugar conecte efectivamente con el que al final será juez supremo del logro conseguido: el lector.

  Así como se hablaba de manera simplista acerca del exotismo , por ejemplo cuando los escritores europeos escribían acerca de la China colonial, así también se pudo perfectamente haber hablado de occidentalismo cuando se daba el caso de escritores no europeos que escribían lúcidamente acerca de
Europa. Así como hubo escritores circunscritos dentro de los límites del exotismo trivial también existieron autores que fueron testigos fidedignos de paisajes, acontecimientos, gentes y costumbres sin caer en los facilismos efectistas de un frívolo exotismo a lo Pierre Loti.

  En consecuencia con lo anteriormente expresado creemos que se debe prestar toda la atención posible al concepto de exotismo realista (de quien fue uno de sus mayores precursores el paradójicamente trágico escritor Maurice Dekobra). Exotismo realista aún vigente y que ya no necesariamente se da entre diversos continentes, tal el caso del exotismo intra-europeo en la obra lusófila de Antonio Tabucci.   

  En conclusión lo importante es que el creador escriba donde quiera (sin excluir necesariamente a su patria), acerca de lo que prefiera, y utilizando los recursos que considere más apropiados para el desarrollo de su trabajo artístico. El veredicto final sobre  la calidad de la obra no se hallará nunca dentro de los límites críticos de una época en particular, ya que la literatura como arte está siempre en proceso de evolución y renovación y la verdadera calidad de una obra se va develando a través de de un dispendioso proceso espacio-temporal que involucra a lectores y críticos de las épocas que suceden al momento en que aquella creación fue dada a la luz.