BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Edición No. 167, diciembre de 2014
Directores:
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista AsfódeloRaúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
PREGUNTAS
AL POETA RAÚL JAIME GAVIRIA (III)
El
poeta Gottfried Benn, decía que la palabra es el falo del espíritu: ¿Qué es
para usted la palabra y con que métodica o no usted la lleva al poema?
La palabra poética es revelación,
develación, intuición y acción. No le pertenece al poeta sino al espíritu del
mundo (anima mundi). Llega al poema
fruto de un acto de transubstanciación, de encarnación en el poema. Yo no llevo
la palabra al poema, ella llega por sus propios medios, yo solo le doy la más
calurosa de las bienvenidas, de ahí que el poeta en mí no obedezca a un acto
oficioso. Es algo gratuito, una especie de milagro en el que menos interviene
es uno, lo único es estar atento, siempre atento. Nadie es poeta de nueve a
seis ante el computador, frente a la máquina de escribir o ci el lapicero en la
mano. La palabra llega cuando debe llegar, ni antes ni después, otra cosa es el
momento de la corrección en donde si puede (y debe) intervenir el sentido
racional del poeta.
¿En la lectura de sus libros, uno como
lector, concibe que usted se interesa por tener un lector o esto le es
innecesario e intrascendente y por qué?
La poesía puede concebirse de dos
maneras: como comunicación o como conocimiento. Algunos poetas privilegian un
aspecto más que el otro. En mi caso, en la etapa que actualmente vivo le doy
una mayor importancia a la comunicación, pero esa comunicación no puede ser
unilateral porque se desvirtuaría. La poesía, como el amor, es un asunto que no
le compete solo a uno, es un asunto colectivo. Con Lautreamont creo que la
poesía debe ser hecha por todos y yendo un poco más allá creo que debe ser
hecha por todos y entre todos. El solo hecho de leer al otro o por lo menos el
acto de escucharlo es ya una forma de hacer poesía colectiva. Y no me refiero
solo a los poemas, una conversación cualquiera en el ámbito de lo cotidiano en
la que se respete el criterio del otro, a pesar de las diferencias que pueden
llegar a existir, entraría ya en el terreno de lo poético. En cuanto a mí,
busco comunicar, que lo consiga o no es otra cosa. Ya viví lo que tenía que
vivir con el lenguaje hermético para iniciados y no me arrepiento, de pronto en
el futuro me de por escribir un anacrónico libro de sonetos místicos y creo que
nadie me lo podrá impedir, lo que constituye una de las ventajas de ser
contradictorio. Por lo pronto me ha llegado el momento de hablar claro en mis
poemas. Perdone si me fui un poco por las ramas con respecto a su pregunta. En
cuanto a si quiero tener un lector, ¡por supuesto! ¿qué poeta en su fuero
interno no lo quiere?
Hay en este libro INCONVERS.O.S, un
poema un poema dedicado a Gonzalo Arango (Resurrección): ¿Podría decirnos en
qué medida se dan o se dieron sus relaciones con la obra de Gonzalo y con los
nadaístas, y qué son o como son en este momento y por qué?
Ese poema lo escribí pensando en Medellín, a solas contigo,
que me impactó sobremanera cuando, en los años noventa, me regalaron un casete
con la voz de Gonzalo leyendo el texto (aún lo conservo). Me interesó mucha esa
relación amor-odio entre el poeta y la ciudad, ese dolor ante la indiferencia,
la vocación mercantilista y el afán comercial y productivo de una ciudad a la
que poco le interesaban las cosas del espíritu. Del nadaísmo conozco más bien
poco, aparte de Vana Stanza de Amilkar U., algunas cosas de Alberto Escobar que
publicó con la editorial independiente de Omar Castillo y por supuesto Los
poemas de la ofensa de Jaime Jaramillo Escobar y una novela que me regalo
Cachifo en La Boa poco antes de morir y que no me gustó. Yo pienso que el nadaísmo
se desvirtuó en el momento en que algunos de sus integrantes se desviaron de
sus postulados más libertarios y se plegaron al establecimiento y a los
políticos de turno, el mismo Gonzalo se traicionó a sí mismo con la elegía a
Lleras Restrepo. No, el Gonzalo que yo reivindico es ese Gonzalo libertario del
texto dedicado a Medellín, el que privilegiaba la poesía por encima de las
mezquindades de los mercaderes. Escribí ese poema hace dos años con motivo del
Primer Festival Alternativo de Poesía de Medellín cuya inauguración coincidió
con un aniversario más de la muerte del poeta, porque sentí que el espíritu
inicial del nadaísmo, ese que se trasluce en el texto de Gonzalo a la ciudad
hay que rescatarlo de alguna manera. Ellos plantaron la semilla y es necesario
continuar con ese mismo gesto sin desviarse esta vez del camino, no se trata de
un nuevo nadaísmo ni de nada parecido (con el perdón de mi amigo Víctor B.)
sino de regresarle a la poesía y al hecho de ser poeta una frescura que de
alguna manera se ha venido marchitando. Hay buenas señales entre los jóvenes
que quieren hacer cosas y que conservan un espíritu desprevenido frente al
fenómeno de lo poético deslindados de toda pretensión de poder como el grupo
que se reúne los lunes en la tarde en el Bar la Buerta del centro (yo hace poco
me integré con ellos) y que ahora se dedican a realizar acciones poéticas por
toda la ciudad como pegar carteles con poemas. No todo está perdido aún existe
lugar para la esperanza.
¿Por qué también hay en su poesía, como
lo que llamaría Pessoa: El regreso a los dioses, a la tradición griega y romana
en la forma poética y que busca con ello, no es demasiado obsoleto ya?
De hecho lo es y fue algo intencionado. Soy gran amigo del
profesor Hernán Botero Restrepo quien hace muchos años diera clases de
literatura griega y rusa en la Universidad de Antioquia, se trata de uno de los
más grandes lectores vivos de este país, de lo que pueden dar fe muchos de sus
amigos escritores entre los que se cuentan Darío Jaramillo Agudelo, Víctor
Gaviria y Rubén Darío Lotero por mencionar solo algunos. El hecho es que con
Hernán tenemos un blog de crítica literaria donde publicamos ensayos, cuentos y
poemas nuestros. Un día me dio por escribir unos poemas de motivos griegos y
romanos y los publiqué en el blog. Luego surgió la intención de publicar
INCONVERS.O.S pero había un problema, necesitaba
darle un poco de aire a ese conjunto de textos, algunos muy corrosivos e
incluso hasta brutales, ahí fue que pensé en publicar algunos textos cortos de
libros anteriores y otros más recientes, entre ellos esos tres poemas
anacrónicos escritos dentro de las normas canónicas de nuestra tradición
poética colombiana. Debo admitir que me gustó el resultado, cuando los leo en
público justo después de un poema “demoledor” la gente percibe el contraste y
muchos se sienten hasta ofendidos por romper la continuidad de los antipoemas.
En el fondo hay también una intención irónica frente a esos textos, uno de los
poemas habla de Policleto el viejo, el escultor griego y se refiere también a
Píndaro y al pintor español (gran colorista) Sorolla. Más del noventa por
ciento de quienes leen o escuchan ese poema no tiene la menor idea de quienes
fueron estos personajes, en cambio cuando les leo “El pobre nuestro”, una parodia
al “Padre nuestro”, el cien por ciento lo entiende y a casi todo el mundo le
gusta. En mi concepto son mucho más bellos los poemas de motivos griegos pero
no le dicen ya nada a la gente, no comunican. Es poesía para poetas. Con esto
pretendo también abrir el debate en torno a la prelación que en este país se le
ha dado a la belleza del poema por encima de toda consideración, algo con lo
que no estoy de acuerdo.
¿Contra qué está y contra qué, como
poeta, no está, qué hélices de ira y de
esperanza o no le mueven para ser poeta, por qué es poeta?
Uno no es poeta todo el tiempo decía Claudio Rodríguez el
poeta español. Yo pienso que se es poeta en la medida en que uno se arriesga a
vivir, a pensar y por supuesto a escribir de una manera inesperada. Lo que pasa
es que el ser humano, como animal de costumbres que es, tiende a buscar
espacios de comodidad que no le representen ninguna clase de peligro. El poeta
en cambio debe ser como el funámbulo, un experto en caminar sobre la cuerda
floja, debe habitar siempre el peligro, habituarse a él, y saber que un paso
mal dado puede representar el derrumbe definitivo. El mero arrume de palabras
no tiene valor alguno, por ingeniosas y bellas que estas sean, la palabra más
que dicha debe encarnarse en la vida. En cuanto a mi ideario, el asunto no es
estar o no en contra de algo, eso sería asumirse desde lo dogmático y nada más
alejado de la poesía que el dogma. Yo
escribo lo que me brota de la garganta y nada más, en ciertos momentos soy uno
y en otros soy otro. Pessoa, mejor que nadie, pudo entender esto. El poeta
nunca es uno, siempre es el otro, o los otros como en el caso de Pessoa y los
heterónimos. “Yo soy los otros” pudo decir Pessoa parafraseando a Rimbaud.
En INCONVERS.O.S, ha introducido usted
una serie de reflexiones tales como: El amor es el sexto sentido o ¿Puede en
universo acaso caber en un solo verso?; que ha llamado: Graffitis y para qué y
por qué, que tensión lo llevo a ello?
Escogió usted como ejemplos algunos de los menos logrados. Valga
aclarar, que la frase es: “El amor es el sexo sentido” (por descuido se me
olvido incluir en la edición del libro esta otra: “el sexo es un mandamiento”,
aludiendo al sexto mandamiento). Bueno, mis Graffitis son frases sueltas de
doble y a veces triple sentido que podrían pintarse perfectamente en cualquier
muro urbano. A veces tienen connotaciones políticas o religiosas que invitan a
pensar, que activan en el lector esa otra forma de ver las cosas. No siempre
son afortunadas, pero de cuando en vez le suena a uno la flauta. Los dos que
más me gustan son estos: No te cases de frac porque serás un frac casado y este
otro: Que futuro más turbio, Atentamente
Onán. Que sea poesía o no carece de importancia, lo que realmente vale es que
disfruté creándolos, así como la mayoría de los lectores también los disfrutan leyéndolos
o escuchándolos. Considero que se encuentran un escalón más arriba del simple chiste
y uno más abajo (aunque pisándole los talones) del aforismo filosófico.