BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"
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Edición No. 185, abril de 2015
Directores:
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
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DOS POEMAS SOBRE ANIMALES
Torero de rodillas ante su toro
Por Hernán Botero R.
Primero el
miedo es domeñado por el valor
acto seguido
el valor es superado por la temeridad
y finalmente
la temeridad cede su puesto a la vanidad:
el torero se
ha puesto de rodillas ante el toro.
“Mira —parece decirle— cómo afronto la posibilidad
de que me
venzas en este duelo a muerte
en la más
vulnerable de las posiciones”.
Algo en su
rostro, en su actitud, en todo él
transmuta una
soberbia fanfarronería
aunque también
es cierto que el temor a la muerte
no lo ha
abandonado.
Congelemos
la imagen:
que el
torero permanezca de hinojos;
no corramos
el riesgo que sobre esta página
corra la
sangre.
Uno de mis perros
Por Hernán
Botero R.
Permanece en
silencio cuando todo está en calma
derramado sobre
sí mismo
como una ola
que ha llegado a la playa
¿qué hay en
su conciencia
que los
implumes bípedos humanos
se atribuyen
engreídos
no más que
solo a ellos?
Vida plácida
un
deslizarse de la sangre y la linfa
en las
profundidades de su cuerpo.
Por eso
cuando estalla la pólvora,
cuando los
hombres (mujeres incluidas)
se enzarzan
cinco pisos abajo en gritonas y necias disputas,
Urano ladra
altisonoramente
indignado a
lo can,
y aun cuando
los truenos que ensordecen
anuncien el
escándalo de una tempestad.
Pero que no
se entienda erróneamente,
mi perro es
tan alegre como unas campanillas
cuando los
que le quieren,
familiares y
amigos y su amo
celebramos su
belleza y su gracia
cual debe
celebrarse todo aquello
que como
Urano nos hace ver a la naturaleza
hermosa y pródiga
como la
cornucopia
de griegos y
romanos
vaciando sus
tesoros.
Mi otro
perro es una perra,
una indómita
(solo con
sus congéneres)
perra
ratonera
mas no por
ello
menos cariñosa
conmigo
que Urano.
Nunca me he
lamentado
por su
espíritu de cazadora.
Con la traílla
me siento
seguro
de que Sara
no hace presa
ni del más
pequeño
de los
ratones.
Su talla es
la de un teckel,
pero los
perros de más alta alzada
no la
amedrentan.
Y aquí
termina este poema.
Sara se
merece
otro para
ella sola.