miércoles, 29 de abril de 2015

Poemas de Anne Ranasinghe (Sri Lanka)

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 186, abril de 2015
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo


Anne Ranasinghe (Sri Lanka, 1926)
(Inéditos en español)
Traducciones del inglés de Raúl Jaime Gaviria

Bueno, lo siento

Bueno, lo siento
No tengo respuestas para tus preguntas.
Existe la injusticia, el odio y la guerra
Y la igualdad es solo un slogan.

No tengo luz en mis ojos. Fue obscurecida
Por la nube hongo de Hiroshima
Y el humo esparcido de las chimeneas de Auschwitz.

No existe el pasado. Es una ilusión
De rostros gentiles en espejos resquebrajados
Sus imágenes borradas por demasiadas lágrimas.

¿El futuro?—Yo parada en una estación del tren
Mi mano eternamente levantada en un adiós
Mientras parten los trenes uno tras otro. Lo sé

Sin seguridad ni refugio—El oro fluctúa
Y así los diamantes y las casas,
Los libros pueden ser quemados y los amores divididos

Y la tortura, la picota, la vara de hierro
Han sido todas santificadas en el nombre de Dios,
Ismos dividen al mundo entre ellos

Sus símbolos de puntas endurecidas chorrean de sangre-
La única certeza yace en la tumba
Donde no hay lugar para la perspectiva o la elección

Y el cuervo que no escuchaste antes
grazna oscuramente “nunca, nunca más”
Con un ruido sordo la puerta crujiente se cierra con estrépito.


Tú, Padre

Tú, Padre, erguido en tu pesado abrigo oscuro
Ante el árbol de invierno. Hielo en el lago,
Y dos pequeños patos atrapados a flote
Por el invierno, congelados. El sol está tras de mi mientras tomo
Esta fotografía,y lo que hago
Es un último triste registro, aunque no podía saberlo.

El sol tras de mí es frío y blanco
Y proyecta mi sombra prolongada.
Él cae negro entre nosotros,
En la inocente nieve pulverizada.
Tú no sonríes—¿está el sol en tus ojos?
-Ahora me pregunto-¿pudiste haberlo sabido?

Auschwitz desde Colombo

Colombo. Marzo. La ciudad fuego blanco
Que se vierte a través de árboles vehementes estalla en llamas,
Y sólo un agudo y desvanecido viento
Removiendo el polvo
De reliquias de invasores extranjeros, arrojados
En este lejano litoral por casualidad o codicia.
Su extravío conmemora la extraña palabra mal pronunciada.
Un libro de leyes
Una pila de piedras
O tal vez alguna acción vil.

Una vez hubo otra ciudad; pero allí
Hacía frío - los árboles deshojados
Y había ya una fina capa de hielo sobre el lago.
Fue aquel invierno.
La dura nieve sobre la calle en la madrugada
Y flores congeladas talladas en hostiles cristales de ventanas.
Fue aquel invierno.

Sin embargo tan sólo ayer
Medio mundo de por medio y veinticinco años después
Aprendo acerca del estrecho corredor
Y al final del agujero, cuatro pies por cuatro
A través del cual los empujaron a todos - a los niños también
Derecho hacia abajo por un pasadizo de hierro de trece pies de largo
Frío y oscuro
Hacia el piso de concreto de lo que llamaban
El salón de estrangulamientos. Dios mío, el salón de estrangulamientos,
Donde ellos fueron golpeados -los niños también-
Por pesados mazos de madera,
Apaleados, y luego colgados
En afilados ganchos de hierro.

Me alegro de la calle sin ecos
Incendiada de blanco al calor de muchos años tropicales.
Pues la mente, ya sin agudeza
Abrasada por el sol tropical
Roza sobre la superficie de las cosas
Como el viento
Que remueve imperceptiblemente el polvo antiguo.



Atteriya (Reina de la Noche)

Incluso a través de las ventanas cerradas se filtra en esta noche de Nikini Poya,*
un aroma tan húmedo que ahoga los sentidos. Abro la puerta
al jardín lavado de luna- Qué silencio bajo la luz dorada
de la inmensa luna Puya, las ramas y las hojas están todas inmóviles-
en busca de Atteriya, Reina de la Noche,
y la encuentran,enredada, al lado del muro, sus hojas en verde profundo
luminosas en la noche lunar y cubiertas con capullos
de pétalos blancos cuyos centros sostienen sus estambres de puntas amarillas.
El aroma fluye desde la boveda arqueada, ola tras ola
memoria fluyente, deseo que se despierta. Alzo mi mano para tocar
la tracería de hojas, y un aguacero de capullos llueve sobre mí:
la tierra está cubierta de nieve
y recuerdo las palabras de Asclepiades
que los gozos de la Diosa del Amor han de encontrarse sólo en los vivos
y que todos habremos de yacer sólo como polvo y huesos
en el lugar de los muertos.

*Luna llena de agosto.