jueves, 26 de enero de 2012

¿Qué pasa con la novela colombiana actualmente?


 


GUADAÑAZOS PARA LA                             
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 4 , enero  de 2013
Directores: Raúl Jaime Gaviria / Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué
Correo electrónico: revistasfodelo@yahoo.com

¿Qué pasa con la novela colombiana actualmente? (1)

Hernán Botero Restrepo/ Raúl Jaime Gaviria V.

  Lo que sucede actualmente con la novela colombiana es bastante peculiar. Si el fenómeno tiene homología en la novelística de hoy en otros países latinoamericanos, no lo sabemos con precisión. ¿Pero de qué vamos hablar en concreto? Ante todo de la creación novelística (la cuentística la dejaremos para después, pues en este terreno hay también problemáticas que han de ser analizadas).

En segunda medida, nos interesa tocar lo atinente a la difusión y crítica de la diversa producción del género en nuestro país. Sería falso el afirmar que en la Colombia de hoy la novela sea un género poco ejercitado, por lo contrario, con regular constancia se editan obras precedidas incluso de una abundante valoración positiva tanto a nivel de crítica como de publicidad editorial, lo que muchas veces conduce a confusión a lectores poco avezados y de precaria condición crítica que en Colombia son amplia mayoría.

Sucede que esta mayoría a la que nos referimos, tentada por el cebo atractivo de la promoción que hoy en día por lo general está vínculada de manera estrecha, y esto es innegable, al otorgamiento de la amplia y ecléctica gama de premios y premiecillos que pululan en el ámbito de nuestra lengua, esta mayoría reiteramos, queda perpleja ante las supuestas bondades de las obras ultra-promocionadas, rindiéndole pleitesia a ciertos autores que incluso desconfían de la calidad de sus propias obras. Y aquí traemos a colación un ejemplo diciente: el escritor Antonio Ungar ganador del premio Herralde de novela con su libro “Tres ataúdes blancos” en una entrevista otorgada a “El librero” admite sin tapujo alguno que su novela no era quizás merecedora de tan prestigioso galardón, pero que debido al cáracter exótico de su obra y a la debilidad que por ese exotismo existe en Europa le fue otorgado el premio.

Podríamos decir, echando mano del título de la última obra de teatro de Diderot, "¿Es bueno, es malo?", la mejor que escribió, admirada incluso por Milan Kundera y Hans Magnus Enzensberger, que los lectores a los cuales nos hemos venido refiriendo acaban preguntándose ¿Es bueno, es malo?  

Del lado de los “iluminados” resulta obligatorio señalar que la mayoría de las críticas y comentarios, ya sea por parte de críticos literarios de oficio, tanto como de comunicadores sociales y periodistas devenidos en críticos, como de novelístas que se ejercitan en la crítica, se desparrama en analisis y elogios hiperbólicos presionados sin duda, bien sea por la maquinaría editorial que de una u otra forma a ellos tambien los mueve (hay que aceitar la máquina debidamente) o debido a las relaciones de cáracter afectivo que ligan a los escritores entre si o simplemente debido a que como críticos no pasan de ser buenos novelistas.

  Un caso extremo de este fenómeno, es el del escritor Héctor Abad Faciolince (autor de novelas de una innegable calidad que van mucho más allá de su éxito comercial como Angosta y El olvido que seremos) al afirmar en una de sus columnas dominicales de “El Espectador” dedicada a la novela “El ruido de las cosas al caer” de Juan Gabriel Vásquez que consideraba que este autor logró con esa obra lo que ninguno de sus colegas nacionales había conseguido a nivel de excelencia literaria, no considerándose el mismo a la altura de la a todas luces desigual obra de Vásquez e incurriendo así en el colmo de la falsa modestia lo que no luce bien en un novelista de gran mérito como Abad Faciolince (de su poesía es mejor no hablar por un elemental decoro). 

Para rematar esta parte de nuestra disquisición sobre el tema, que apenas se halla en sus albores y que en próximas entregas iremos ampliando, se hace imprescindible puntualizar el que las críticas hiperbólicas en rarísimas ocasiones profundizan en las obras, puesto que para nada se aborda la mínima verosimilitud y coherencia literaria que necesariamente ha de tener una buena novela por más experimental que ésta sea para en rigor ser considerada buena.

Finalmente hay que resaltar dos cosas: En la gran mayoría de las críticas que actualmente se publican en los diarios y revistas, raramente, por no decir nunca, se ocupan los críticos de la sicología y coherencia de los personajes de las obras, ni mucho menos (y esto como cereza del postre) de la construcción estructural (diégesis) de las mismas. Negándo así de plano toda sustentación crítica real y dejándolo todo al mero arbitrio de una crítica personalista, las más de las veces interesada.