lunes, 30 de enero de 2012

Tres poesías y una lectura crítica



 
GUADAÑAZOS PARA LA                             
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 6, enero  de 2012
Directores: Raúl Jaime Gaviria / Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué
Correo electrónico: revistasfodelo@yahoo.com

Tres poesías y una lectura crítica



Reflexión del magno Alejandro
Por: Raúl Jaime Gaviria

Una idea en tanto bella
vale más que mil paisajes
y un hombre cabal
más que mil atardeceres.

Así tal vez pensó el magno Alejandro
al contemplar la exhuberancia
del paisaje jónico
luego de vencer en batalla a los persas.

-Pero no hay nada de bello
en esto de hacer la guerra
ni es cabal como hombre
el guerrero que la hace-
quizás se dijo.

Pudo entonces,
levantando su mirada hacia la tarde,
lanzar una piedra al mar
y hundir sus pies desnudos en la arena.

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El esclavo y su lira
Por Raúl Jaime Gaviria

En un jardín romano,
el esclavo  
tañó su ática lira
sintiéndose libre.

Su amo,
el maestro filósofo
no paraba de disertar
con sus discípulos
acerca del alma y sus virtudes
muchas veces exaltado.

El esclavo
proseguía tañendo su lira
en una suerte de arrobamiento
y ya no escuchaba
las voces,
solo a su mar Egeo
que bramaba
acompasadamente
al ritmo de la música
y de su corazón.

El alma no es un concepto,
pensó el esclavo
en su embeleso,
esbozando una tenue sonrisa.

El alma es esto
que siento ahora
y que no puedo explicar.

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Polícleto el viejo ante el cielo de Argos

El cielo de Argos visto desde el Monte Apsis aquella tarde
pudo semejarse en belleza a un verso de Píndaro
o a un colorido trazo de Sorolla
de haberse eternizado más allá del instante.

No obstante perdió luz hasta apagarse
en la noche de los tiempos y quedó como eso,
un hermoso atardecer más,un recuerdo bello y fugaz
en la memoria de algún pastor solitario.

Luz que no se desvaneció en el alma de Polícleto el viejo
aquella noche griega
mientras daba forma definitiva,
iluminado por unas pocas velas,
al soberbio Doríforo sujetando airosamente su lanza.

Aquel atardecer fue olvidado como otros miles
que lo han sido desde aquella tarde argiva.
El Doríforo y su creador no lo serán jamás
pues no portan en sí la decadencia de la naturaleza,
no son como aquel paisaje
flor de un instante transformado en olvido.



  • Joaquín Sorolla y Bastida: (Valencia, 27 de febrero de 1863 - Cercedilla, provincia de Madrid, 10 de agosto de 1923) fue un pintor y artista gráfico español. Fue uno de los pintores españoles más prolíficos, con más de 2.200 obras catalogadas. Etiquetado equivocadamente por algunos como impresionista, en realidad su estilo maduro se define mejor como luminista.
  • Doríforo (en griego δορυφόρος, Doryphóros, "portador de lanza") fue una destacada escultura de Policleto, realizada entre los años 450 y 445 a. C.. De esta obra se conservan varias copias de época romana en mármol del original en bronce. La copia mejor conservada se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles
  • Argiva: De Argos o de la Argólida, o relacionado, respectivamente, con esta ciudad y región de la Grecia antigua.
  • Polícleto el viejo: (en griego Πολύκλειτος), llamado «el Viejo» para diferenciarlo de su hijo,1 fue un escultor griego en bronce del siglo V a. C. Junto con los famosos Fidias, Mirón y Cresilas, es el más importante escultor de la Antigüedad clásica. El catálogo del siglo IV atribuido a Jenócrates («Catálogo jenocrático»), que fue la guía de Plinio en materia de arte, colocó a Policleto entre Fidias y Mirón.2 Policleto fue famoso sobre todo por sus estatuas de dioses y atletas realizadas en bronce, aparte de la enorme estatua de la diosa Hera, destinada al culto en el Hereo de Argos.

    Una léctura crítica
    Por: El crítico de la guadaña

    En estas tres poesías, Raúl Jaime Gaviria revive en su espíritu y en su lenguaje la atmósfera social y espiritual de la antigüedad griega. En ninguna de las tres resuena bajo ninguna circunstancia un tono neo-clásico, lo cual viene a desmitificar aquella creencia impuesta por el nihilismo post-simbolista (procedente de quienes se ufanan de ser la punta de lanza de la poesía actual en nuestro medio), de que toda alusión, así sea esta de carácter indirecto implica un pasatismo estético que debería de erradicarse de la poesía moderna.

    Con más derechos que los que se auto-otorga el poeta que crea mundos insustanciales disfrazados de imágenes herméticas; el autor de estos versos no por el hecho de elevarse a la fuente de la poética helénica deja de tener contacto con la sensibilidad del hombre contemporáneo, en tanto que como hijos de occidente que somos nuestra inquietud estética ha de remontarse necesariamente a los tiempos de la antigua Hélade, cosa a lo que algunos poetas de nuestro medio (léase Raúl Henao) que creyendo innovar llegan al extremo vicioso de pretender que es posible aclimatar al español versos tan ligados a una lengua, a una cultura y a unas convenciones métricas rigurosas como lo son los haikus japoneses.

    Visto en rigor puede observarse en las tres piezas poéticas una vigencia temática e intencional que llega hasta nuestros días otorgándole de esta forma una permanencia en el tiempo. Tomemos como ejemplo de lo anterior la poesía titulada Reflexiones del joven Alejandro, en la cual el guerrero que en vida fue este hombre nos conduce a considerar que los guerreros de nuestra época podrían llegar a una experiencia similar a la de Alejandro y que el protopipo eximio del guerrero como lo es el macedonio pudo en determenida situación de intimidad inescrutable sumirse en una reflexión en la cual asumiera como un hecho el sinsentido de toda guerra y de su propia acción como guerrero.Lo que invita tanto al lector como al poeta a imaginar a través de la composición y lectura de la poesía posibles contenidos de conciencia y la etiología de los mismos en los guerreros de nuestro propio tiempo.

    En la poesía “El esclavo y la lira” parece prefigurarse el perfil de algunos músicos callejeros y casi indigentes de nuestros medios y época que al margen de lo que puedan pensar con relación a su marginación social encuentran en la música un solaz y un goce que produce a su vez eco en una sensibilidad estética que en muchos de nosotros no se agota en el deleite que pueda brindarnos un Bach o un Mozart.

    En cuanto a lo versos sobre El Doríforo plasmados en la poesía Polícleto el viejo ante el cielo de Argos debe relievarse la muy acertada compaginación de dos mundos inextricablemente entrelazados entre si y que a la vez se oponen: el de la belleza perenne de la obra de arte y el acto creativo en contraposición a la mutabilidad trágica de lo que en la naturaleza es bello.

    Leyendo esta poesía se siente resonar de algún modo el que es para muchos el más hermoso verso de John Keats: A thing of beauty is a joy forever (Una cosa hermosa es una alegría para siempre) siendo aquí “cosa hermosa” la fusión entre artista y obra en el caso específico de Polícleto y su Doríforo y no la belleza efímera de aquel atardecer en Argos.