GUADAÑAZOS PARA LA
BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"
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Edición No. 9, enero de 2012
Directores: Raúl Jaime Gaviria / Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué
Correo electrónico: revistasfodelo@yahoo.comColaborador permanente: Rubén López Rodrigué
Las misivas de Amalia
Las cartas de la chica eran hermosas
no las vamos
a comparar
con las que a Pedro Abelardo
le dirigió Eloísa
ni con las de la dolida
Mariana Alcoforado,
Pero decían tanto,
rebosaban de sentimientos hondos
e ideas luminosas,
y de anécdotas llenas de gracia
o muy fina tristeza.
Él, el novio de Amalia,
se llamaba Rodrigo
y había sido
campeón en unas justas provinciales
de ortografía,
comenzó por hallarlas detestables
pues la heterografía
corría sin parar por cada línea
de las cartas de Amalia,
y acabó por romper su noviazgo.
Ella sufrió por ello lo indecible
(todo cuanto es posible
olvidar un desamor gratuito).
Él, que nunca pensaría
en enseñarle
que tímido y colérico
llevan tilde
en la i de tímido y en la e de colérico,
se lió con una dama
que jamás cometió
ni el más leve
error de ortografía,
y se casó con ella,
que resultó una arpía.
No es que así pase siempre,
pero cuando las cosas
son como sucedieron entre Amalia y Rodrigo,
dan mucho que pensar,
mucho, muchísimo,
y mucha pesadumbre,
y la ambrosía amorosa se convierte en acíbar.