martes, 13 de marzo de 2012

José Evelio Rosero: De carroza a calabaza

GUADAÑAZOS PARA LA                                
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 12, marzo de 2012
Directores: Raúl Jaime Gaviria / Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
Correo electrónico: revistasfodelo@yahoo.com

 
José Evelio Rosero: De carroza a calabaza

Hernán Botero R./ Raúl Jaime Gaviria V.

   Hemos realizado una lectura concienzuda, crítica en el mejor de los sentidos y libre de todo prejuicio o intención sesgada de la novela La carroza de Bolívar de José Evelio Rosero por lo cual nos sentimos plenamente autorizados a expresar el concepto que dicha novela nos merece. En principio nos parece laudable la intención desmitificadora de la figura de Bolívar que esta novela propone y más en nuestro medio donde un estridente y muchas veces tendencioso bolivarianismo ha pululado entre muchos de nuestros buenos y no tan buenos autores. Esto ha llegado a un nivel de confusión tal que en un país tan polarizado como Colombia en el cual la izquierda y la derecha han sostenido una lucha fratricida desde los tiempos de la independencia la figura de Bolívar ha sido reivindicada  tanto por unos como por otros.

  Bolívar es evocado históricamente en la novela que nos ocupa desde el punto de vista de la fuente histórico-bibliográfica proporcionada por los “Estudios” del Doctor Sañudo, oriundo de la ciudad de Pasto y contemporáneo del libertador. El Bolívar de Sañudo es en comparación con el Bolívar  que bien podríamos tildar de “oficial” una especie de anti-Bolívar. Las citas extraídas de los mencionados “Estudios” que continúan siendo desconocidos hasta hoy en nuestro país dan buena cuenta de que novelas y biografías acerca del tema de Bolívar presentan una visión heroicista y panegírica del personaje sin apenas asomo de una crítica que logre presentar un panorama más amplio de la figura del prócer. Tales son los casos de: Mi Simón Bolívar de Fernando González, El general en su laberinto de García Márquez, Las cenizas del libertador de Fernando Cruz Kronfly, Bolívar el insondable de Alvaro Pineda Botero, Sinfonía desde el nuevo mundo de Germán Espinosa y En busca de Bolívar de William Ospina.

  Hay que ser muy concientes de que el Bolívar circunscrito a Pasto de Rosero no agota de ninguna manera la figura del General. Histórica y literariamente a Bolívar hay que seguirle los pasos de Caracas a San Pedro Alejandrino.

Pasando a lo estrictamente novelístico en la obra La carroza de Bolívar hay que puntualizar los protuberantes y repetidos errores tanto sintácticos como técnico-narrativos que la novela presenta. No es necesario aquí entrar a teorizar, puesto que los ejemplos hablan por si mismos:

Una de las primera escenas de la novela nos ofrece la narración de una anécdota en la cual un camión repleto de toros se vuelca y uno de los toros se va cuerno en ristre contra la puerta de una notaría y posteriormente cornea mortalmente al secretario de la misma que dada una paupérrima casualidad (literariamente hablando) responde al apellido de Vaca. Este es un torpe recurso propio de escritores que apenas se inician en los avatares del mundo narrativo y nunca de un escritor que ha sido merecedor de premios tan prestigiosos como The Independent Foreign Fiction Prize y el ALOA Prize, además de una a nuestro modo de ver desmesurada y apresurada aclamación de su obra por parte de algunos críticos que colaboran alimentando a nuestra llamada “gran prensa”. Otro ejemplo, dice la novela en su página 24: ,pero Dios sabe como distribuye sus temblores, pensó, como los adjudica, cómo reparte sus víctimas, cómo acaba con las que tienen que acabar y como deja a quienes falta empezar. A un hispano-escribiente de mediana capacidad nunca se le ocurriría escribir esto último que está errado. Correctamente debería decir: y cómo deja  a quienes apenas comienzan o alguna otra variante igualmente correcta. Así como ésta existe una profusión de inexactitudes semánticas en tal cantidad que sería imposible dar cuenta de ellas en el corto espacio del que disponemos en este blog.

  Aparte de las fallas ya señaladas que son pecata minuta nos encontramos ante el hecho de que en La carroza de Bolívar la muerte del doctor Justo Pastor Proceso es inverosimil en relación con el tipo de realidad-ficción de la novela: si en un circo, el que dos personas se introduzcan dentro de un disfraz de asno es ya de por si difícil lo es más el que esto ocurra dentro de un contexto de la vida cotidiana, por más carnavalesco que este pueda ser. Porque primero: está la dificultad de que el falso asno se parezca siquiera un poco a uno verdadero, segundo: es casi imposible que quienes lo operan lo hagan sin torpeza, con naturalidad y por último que en tal condición pudiesen dar muerte a patadas a alguien.


   En conclusión La carroza de Bolívar es un libro que aunque contiene propuestas interesantes y en el que ha de reconocerse que desmitifica hasta cierto punto la figura procera de Bolívar, cae en falencias que lo desvirtúan como una obra de ficción lograda. Es una lástima que el decoro histórico que sin duda posee la novela no vaya aparejado con una realización estética equiparable.

N. B

Conversando con el colombiano X, novelista veterano y autor de no menos de cinco novelas -según mi criterio y el de algunos críticos muy competentes- de innegable mérito, me decía que una de las fallas de "La carroza de Bolívar" era el que se ponía en boca del Doctor Julio Pastor Proceso López, un gran acopio de fragmentos del historiador citado, que aquel recitaba de memoria. Yo lo contradije diciéndole lo que ahora digo aquí: Proceso López es un obsesivo con todo lo que se relacione con el tema Bolívar-Pasto; nada más creíble que él haya memorizado los escritos de Sañudo. ¿Acaso no sabemos que hay quienes han memorizado obras más extensas que las del anti-bolivariano escritor de Pasto?. Por consiguiente creo que lo que X considera un defecto de "La carroza de Bolívar" es un rotundo acierto.