BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"
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Edición No. 14, marzo de 2012
Directores: Raúl Jaime Gaviria / Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
Correo electrónico: revistasfodelo@yahoo.com
Acerca de Dickens en su bicentenario
Hernán Botero Restrepo
Así como el sol sale para todos se puede afirmar que Charles Dickens es un escritor para todos; lástima que esto sea en parte solo un mero decir. ¡Hay tantos que por diversos motivos no tienen acceso a él! Colombia es uno de los países en que los amantes de la buena y más que buena lectura pueden darse el gusto a la vez exquisito y simple de leer a este genio de la novela inglesa. No se trata aquí de penetrar en la profunda esencia de la creación dickensiana ni de abarcarla toda. El propósito de este texto se ciñe a mostrar el panorama crítico-biográfico sobre Dickens de más prominencia, desde la “Vida de Charles Dickens” de John Foster hasta los ensayos de John Irving para muchos una especie de último avatar viviente del escritor británico.
Hay que lamentar el hecho de que en español ya no se publiquen ediciones de grandes escritores, por más grandes que estos hayan sido, que incluyan su correspondencia. Esto sucede con las obras completas de Dickens publicadas por la editorial Aguilar que pese a su excelencia y las buenas traducciones de José Méndez Herrera y Amando Lázaro Ros adolecen de vacíos tales como el de la ausencia de algunos cuentos y de la “Vida de Cristo” basada en el evangelio de San Lucas que Dickens jamás publicó en vida puesto que la escribió exclusivamente para la educación de sus hijos y que fue publicada post-mortem. Quien escribe no tiene referencia que esta obrita haya sido incluida en alguna edición de obras completas de su autor.
No son pocos los grandes escritores de lengua inglesa y de otras lenguas que se han ocupado de diverso modo de la producción dickensiana, y en su gran mayoría lo han considerado como uno de los más grandes novelistas de todos los tiempos. Antes de que nos adentremos en el mundo de los biógrafos y críticos de Dickens es pertinente recordar la anécdota de un par de encuentros de Dickens con su amigo Foster en París en las casas de Dumas padre y de Víctor Hugo. De las conversaciones sostenidas entre Dickens y los dos grandes escritores franceses no se tiene mayor información, aunque lo que si se sabe es que Hugo le confesó a Dickens la admiración que experimentaba por su obra, algo que conmovió profundamente al escritor de Portsmouth. No menos interesante y quizás aún más fue el encuentro entre Dickens y Poe en el primer viaje a Norteamérica del primero. Es sabido que discutieron acerca de la entonces célebre novela “Caleb Williams” de William Godwin.
Sin atenernos a un orden cronológico estricto ocupémonos primero de las biografías sobre Dickens más importantes que se han publicado hasta hoy: “La vida de Dickens” de Chesterton dado el gran talento del biógrafo es sin lugar a dudas un libro muy logrado y que penetra en muchos de los entresijos de la psicología literaria del autor de “Oliver Twist”. Con todas sus excelencias, en el Dickens de Chesterton se detecta un cierto desenfoque debido al hecho de la pretensión de Chesterton de posar de escritor ultra-culto en contraposición al carácter de escritor inculto aunque genial que este último otorgaba a Dickens. Releyendo la obra tanto del biógrafo como del biografiado se llega a la conclusión de que ni Chesterton era tan culto como el mismo se consideraba ni Dickens era bajo ningún aspecto el escritor desprovisto de cultura que Chesterton nos presenta en su biografía.
Cabe destacar entre las biografías de grandes escritores ingleses escritas por Hesketh Pearson que van desde la de Shakespeare a la de Wilde, la que este dedicara a Dickens, rica en información, lúcida en su apreciación crítica y empática con la vida y la obra del genial escritor inglés. Mucho se leyó en su momento la biografía de nuestro autor escrita por Una Pope-Hennessy biógrafa crítica igualmente de Poe. En la actualidad su biografía de Dickens ha sido tachada de confusa, pero conserva un encanto de cierto carácter familiar, muy apropiado para un primer acercamiento del lector a la monumental obra de Dickens.
Por fuera de Inglaterra, la recepción de la obra dickensiana ha tenido ecos críticos digno de resaltar. Tales son los casos del ensayo dedicado a Dickens en “Tres maestros” de Stefan Zweig (los otros dos son Balzac y Dostoievski). Pasando de Austria a Alemania nos encontramos con el primer filósofo que le dedicó un ensayo a Dickens, en su libro “ Literatura y fantasía” Wilhelm Dilthey quien realiza un tipo de lectura de nuestro autor entre positivista e idealista presentándolo como un escritor de primera línea a la altura de un Balzac y de una George Sand a la que también reivindica.
En los Estados Unidos el lúcido filósofo Richard Rorty escribe el que es hasta la fecha el mejor ensayo sobre Dickens centrado en el aspecto social en su obra; antes de él, Edmond Wilson, quien fuera considerado el gurú de la crítica literaria de su país, escribió en su libro de ensayos “El arco y la herida” un texto en el que presenta a Dickens como un monstruo psico-patológico lo que llevó al gran crítico inglés F.R. Leavis a rebatirlo de manera tan enérgica como ponderada. No debemos olvidar el pequeño ensayo de André Maurois sobre nuestro autor que aunque nada nuevo agrega está escrito en un agradable estilo.
A todo lo anterior se debe agregar el que en su libro de ensayos: “Vulgaridad y literatura” Aldous Huxley arremete contra Dickens considerando que el episodio de la muerte de la pequeña Nell en su novela “Almacén de antigüedades” está a la altura de la que el opina con justicia que es la novela para criadas por antonomasia: “El rosario” de Florence M. Barclay. Irónicamente Dostoievski adoraba el personaje de Nell en la novela de Dickens al punto de que el personaje de Nelly en la novela “Nietoschka Nezvanova” es un homenaje al personaje dickensiano. Siguiendo con la pequeña Nell, hay que citar la célebre frase de Wilde: “ Hay que tener un corazón de piedra, para no morirse de risa al leer la escena de la muerte de la pequeña Nell”. Como paradoja esto suena gracioso, pero ni la muerte de la pequeña Nell es tan ridícula como Huxley y Wilde creían ni Wilde que escribió cuentos tan tiernos como “El príncipe feliz” y “El gigante egoísta”, tenía que salir con semejante y más que dudosa genialidad.
Entre los escritores de ficción considerados de estirpe dickensiana es necesario mencionar a H.G. Wells ("La Historia de Mr. Polly"), ("Kipps"), ("Bealby"), ("Tono Bungay"); J.B. Priestley ("El callejón del ángel"), ("Los buenos compañeros") que además escribió una buena biografía sobre Dickens. Dejaremos de lado el caso del imitador de Dickens Alphonse Daudet, quien en su trilogía “Tartarín de Tarascón” logra ser dickensiano sin pretenderlo y quien cuando quiso ser dickensiano apenas logró una obra desigual en sus novelas “Jack” y “Poquita cosa” como lo puntualizó en su momento Anatole France.
Finalmente hay que relievar el que el novelista norteamericano contemporáneo John Irving llamado por sus lectores y críticos “el nuevo Dickens” además de evocar, indefectiblemente la obra del autor de “David Copperfield” le ha dedicado a Dickens dos magníficos e inteligentes ensayos desde todo punto de vista: “ El rey de la novela” (para Irving, Dickens) e “Introducción a Canción de navidad”.
Podemos estar plenamente seguros que en otras dos centurias la obra de Dickens seguirá congregando en torno a sus páginas muchedumbres de excelentes y agradecidos lectores como el que escribe este texto.