miércoles, 21 de agosto de 2013

A propósito de "El hombrecillo de los gansos" de Jakob Wassermann

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Edición No. 96, agosto de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria  (revistasfodelo@yahoo.com)
Hernán Botero Restrepo (boterohernan@yahoo.com)
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué   (rdlr@une.net.co)




A propósito de El hombrecillo de los gansos de Jakob Wassermann
Raúl Jaime Gaviria


Son muchas las veces que en mi vida de escritor me he planteado la perspectiva del fracaso como artista, al punto de llegar a considerar en momentos de crisis la inutilidad del arte como instrumento de redención personal y humana. Me he preguntado si vale la pena haber sacrificado una vida de seguridades y comodidades burguesas por una existencia que gira en torno a una obra literaria de cuyo valor no puedo estar del todo seguro. Tampoco poseo carácter adecuado para sostener la clase de relaciones y realizar el tipo de gestiones que son requeridas, en los días que corren, para lograr una notoriedad pública como autor; de ahí que no me sea posible esperar mayores consuelos materiales  provenientes de mi quehacer literario. Siendo plenamente consciente de esto continúo, sin embargo, escribiendo cuentos, poemas y ensayos y llevando adelante, a paso de tortuga, un par de novelas que quizás nunca vean la luz editorial y esto lo hago con una tozudez que a mí mismo me sorprende y  me genera una gran incertidumbre acerca de la manera en que he delineado mi vida y también en cuanto a la validez de mi vocación.
       Al terminar de leer la gran obra El hombrecillo de los gansos, del escritor judío-alemán Jakob Wasserman (1873/1934), logré entender muchas cosas en torno al artista, entre ellas la de que su principal misión está en entenderse a sí mismo por medio de su obra y del sufrimiento que esta le produce, y así, de manera paulatina, en la medida en que dicha obra “se hace carne en él”, lograr reconciliarse con el mundo.
      El compositor Daniel Nothafft, protagonista de la novela de Wassermann, es el prototipo del artista atormentado que construye en torno a sí un universo de cristal, una torre de marfil impenetrable que no puede ser franqueada por nadie. Todo en su vida ha de estar sometido a la tiranía de su creación musical. Sus relaciones amorosas y amistosas, su mundo laboral y económico, el reconocimiento por parte de la comunidad artística, incluso el cuidado de su propia persona, se convierten para él en obstáculos para el logro de una obra de tal perfección que logre situarse y situarlo a él más allá de los precarios límites impuestos por la naturaleza humana. El arte lo vale todo, la vida, nada. No contento con construir su torre de marfil, quiso también Daniel Nothafft construir un foso alrededor de esta cada vez más amplio, lo que lo llevó a un alejamiento de la realidad y a un desprecio de lo humano que, poco a poco, fue destruyendo su vida. Dos esposas muertas, unos hijos en total abandono, el desprecio social y, finalmente, la destrucción en un incendio de toda su obra musical, fue todo lo que consiguió luego de años y años de trabajo incansable. Cabe preguntarse ¿para qué? Nothafft buscaba por medio de su compleja obra la piedra filosofal que lo haría inmortal y solo luego de innumerables padecimientos consiguió darse cuenta de que el verdadero arte no habría de tener la intención de superar a la vida sino de enriquecerla, prestándole colores más bellos y duraderos que hagan de esta algo mejor para todos. Solo al ponerse Nothafft en el lugar de El hombrecillo de los gansos, una estatua de un hombre común, erigida en medio de la plaza principal del pueblo donde vivía, que representa a un campesino de a pie llevando un ganso bajo cada hombro, fue que Daniel Nothafft pudo finalmente entender que el artista no es ningún Dios, sino tan solo un hombre corriente que hace parte de una comunidad y que lo único que tiene de particular es que se expresa ante los otros hombres, y se hace entender, por medio de su propio lenguaje: la belleza.