lunes, 12 de agosto de 2013

Roberto Bolaño y su crítica de la novela chilena

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Edición No. 95, agosto de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria  (revistasfodelo@yahoo.com)
Hernán Botero Restrepo (boterohernan@yahoo.com)
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué   (rdlr@une.net.co)




Roberto Bolaño y su crítica de la novela chilena

Hernán Botero Restrepo

Punto de partida del texto: Entre paréntesis de Roberto Bolaño (Ed. Anagrama; 2004).
Leyendo su libro póstumo Entre paréntesis, el lector bien informado, y de solvente criterio crítico-literario, se queda atónito ante el concepto de la novelística chilena de que hace gala el autor de Los detectives salvajes.
     Vamos por partes: en primer lugar, Bolaño demerita a novelistas como Alberto Blest Gana, Salvador Reyes, Juan Marín, Mariano Latorre, Eduardo Barrios, Joaquín Edwards Bello, Benjamín Subercaseaux, Pedro Prado, Juan Emar, Carlos Droguett Fernando Alegría, Marta Brunet, María Luisa Bombal, José Donoso y Enrique Lafourcade, autores que no son ni siquiera mencionados en Entre paréntesis y que, por el contrario, fueron leídos por muy buenos lectores. También fueron objeto, en su época y hasta hoy día, del estudio concienzudo de los críticos literarios, sin que hayan sido objeto de menosprecio por parte ni de estos ni de aquellos. Además de que existen traducciones de la mayoría de ellos a diversidad de idiomas. Lo anterior constituye una prueba crítico-literaria de que Chile ni era ni es el desierto novelístico descrito por Bolaño.
En segundo lugar, aparte del desdén gratuito por estos autores, Bolaño incurre en algo casi peor y es la aberrante negación de la existencia de la obra mayor de José Donoso Casa de campo. Entre los autores aquí nombrados y algunos de los nombrados por Bolaño en su libro, este se recrea hasta la saciedad en ponderar los logros de escritores tales como Alberto Fuget, Diamela Eltit y Alejandra Costamagna. Hecho que denota un exceso sospechoso en cuanto al elogio de estos escritores por parte de Bolaño, pues todos ellos son más o menos sus contemporáneos. Si somos tan ingenuos como para creer a pie juntillas todo lo que Bolaño escribe, con afirmaciones tales como que Chile no era un país de novelistas antes de que surgieran él y sus compañeros de generación, debemos pues, como amigos de Chile y su literatura, alegrarnos porque dicho país ya no es un “Atacama narrativo” a partir de la llegada de Bolaño y sus compañeros de generación.
          Por último, no se puede dejar de examinar el caso Donoso: Bolaño hace mención de José Donoso en su libro al menos en cinco ocasiones, y lo hace para afirmar, sin exponer argumento alguno, que El lugar sin límites es la obra maestra donosiana. De igual modo, sorprende enterarse de que, según Bolaño, El obsceno pájaro de la noche es una novela irregular sin que señale en ningún momento donde decae la novela para poder hablar con fundamento de su carácter irregular. En su paroxismo anti-donosiano, llega incluso a afirmar que Donoso era presa de un terrible síndrome de impotencia escritural, lo que le llevaba a un permanente estado de angustia existencial, y esto lo dice Bolaño con un marcado acento irónico ante la supuesta falencia de Donoso que hasta Bolaño nadie le había atribuido a Donoso.

Apostilla:
Aunque el que esto escribe ignora hasta donde llega el conocimiento por parte de Bolaño de la literatura mexicana, no deja de ser el colmo del atrevimiento gratuito el que Bolaño considerara a Carmen Boullosa como la mejor novelista mexicana, pasando olímpicamente por encima de una escritora tan reconocida como Elena Poniatowska.