martes, 12 de noviembre de 2013

La música y la pintura en Casablanca la bella de Fernando Vallejo

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Edición No. 108, noviembre de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué





La música y la pintura en Casablanca la bella de Fernando Vallejo
Hernán Botero Restrepo

Comienzo por citar textualmente algunos pasajes de la obra Casablanca la bella, último libro de Fernando Vallejo, y que se refieren a la música y a la pintura y en los que se puede apreciar con claridad la falta de seriedad y análisis crítico que se evidencian en la mayor parte de este libro del autor antioqueño. Es importante señalar que la crítica y el gusto estéticos de Vallejo, en cuanto a las dos artes anteriormente mencionadas, se basan de manera indistinta en el gusto o capricho personal del autor tanto como en conceptos de conservatorio y académicos, aunque es lo primero lo que prevalece:
«Por don de Dios oigo estereofónicamente en mi interior sin necesidad de aparato: pasodobles, boleros, porros, cumbias, rancheras, danzones, milongas, valsecitos… Musiquita hispánica pues, porque la gringa la detesto. »

«A mí el mar me tranquiliza y Debussy me sosiega. Tchaikovsky no, Rachmaninoff  no, Prokofiev no, Stravinsky no, Haendel  no, Fauré no, Ravel no, los odio, me exasperan, me irritan, me exacerban, y a Puccini o vómito del bel canto lo detesto. Música es la que me gusta a mí y el resto es ruido. »

«Y habiendo conjugado por primera vez en Casablanca el verbo “tumbar”, que en el futuro inmediato habría de presidir mi vida, rompió a cantarme José Alfredo en mi interior su “Camino de Guanajuato”: “No vale nada la vida, la vida no vale nada, comienza siempre llorando y así llorando se acaba, por eso es que en este mundo la vida no vale nada”. Tres minutos, un prodigio, en mi mayor, y con la sola armonía de la tónica y la dominante, sin la subdominante siquiera ni mucho menos la sensible y los restantes grados ni modulaciones, ¿porque qué sentido tiene que el que va por buen camino yerre? Mamones de conservatorio, idólatras de Bach y Mozart, esto es música. Mozart trina para acabar como gallina cacareando el huevo; y Bach es como el jazz: una diarrea de notas. »De esta debacle no se salva tampoco Beethoven ya que Vallejo no le perdona sus “timbales”.

Pasando a la pintura, las citas sobre esta son más escasas, aunque no menos escandalosas, para demostrarlo basta con lo escribe Vallejo sobre Picasso: «España estafadora que produjiste a Picasso, el Stravinsky de la pintura, más falso que la doble ese de ese apellido horroroso, ¿hasta cuándo vas a seguir estafando?».

Casablanca la bella es un texto que tiene la forma de un diálogo del autor con un grupo de ratas. Si estos roedores, que expresan en algún pasaje del libro el temor de que Vallejo no los quiera tanto como a los perros, tuvieran (en un mundo hipotético) la capacidad de apreciar la buena música, muy posiblemente estarían en franco desacuerdo con los mamarrachos, que aluden a la música, escritos por Vallejo.