sábado, 2 de noviembre de 2013

DON JUAN EN LITERATURA

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Edición No. 107, noviembre de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué






DON JUAN EN LITERATURA
Rubén López Rodrigué

Como figura literaria Don Juan aparece en la escena del siglo XVII con El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, quien no ocultó su rechazo o antipatía hacia el personaje y ello contrasta con la simpatía popular que, dos siglos después, desató el Don Juan Tenorio de José Zorrilla, originado en el símbolo universal creado por Tirso. Zorrilla fue el escritor que lo inmortalizó y lo trató con mayor rigor y poesía. El ciclo que va de Tirso a Zorrilla implica un gran cambio merced a los afectos, ideas e ideales artísticos propios de cada época. Tirso condenó a su Don Juan al fuego eterno y este hecho impidió, en apariencia, la popularidad del drama, porque lo curioso es que la gente ama al pícaro o sinvergüenza y como tal no quiere su condena. No obstante, el personaje despierta los más variados sentimientos: admiración, compasión, cólera y envidia. En la versión de Zorrilla, el también escritor español aloja el Tenorio en el corazón de la gente, pues el amor de doña Inés saca al pecador del infierno y lo gana para la gracia eterna. No digamos que este Don Juan tiene asegurada la inmortalidad simplemente porque representa las cualidades heroicas junto con las debilidades del género humano, como se ha dicho, sino más que todo porque seducir a muchas personas es uno de los ideales humanos.

En el siglo XVIII Antonio de Zamora escribió No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague o Convidado de piedra (¿1714?). Carlo Goldoni retomó el tema en Juan Tenorio o el libertino castigado (1734). Con base en este libreto Mozart compuso Don Giovanni (1787), una de las mejores óperas de todos los tiempos. 

 El primer Don Juan de Tirso, inflamado de pasión animal, dista mucho de los donjuanes seductores, refinados y elegantes del siglo XVIII como Lovelace y Casanova. De Lovelace diremos que fue un personaje libertino de la novela Clarisa Harlow de Samuel Richardson. Choderlos de Laclos también es famoso por su libertino vizconde de Valmont en su novela epistolar Las amistades peligrosas (1782).

Después de Tirso de Molina vivió un noble español, de nombre Don Miguel de Mañara, un gran pecador arrepentido, cuyos hechos y hazañas en el campo del amor, mezcla de leyenda y realidad, le dan piso a la teoría de que Don Juan realmente existió. Este hombre inspiró a Alejandro Dumas en la producción de su obra Don Juan de Mañara (1831).En 1843 Soren Kierkegaard, con O lo uno o lo otro (que conozco con el nombre de Estudios estéticos I) problematizó la ópera de Mozart Don Giovanni, con el deslumbrante libreto de Lorenzo da Ponte. En1888 Richard Strauss con el poema sinfónico Don Juan.

En el siglo XX George Bernard Shaw hizo en teatro Hombre y superhombre (1903),Ramón del Valle-Inclán Las sonatas (1905), Ramón Pérez de Ayala Tigre Juan (1926), Los hermanos Manuel y Antonio Machado lo trataron como un chulo de barrio en la pieza teatral Don Juan de Mañara (1927), Miguel de Unamuno, El hermano Juan o El mundo es teatro (1934) . En 1955 Ingmar Bergman hizo Don Juan en teatro. Más recientemente, José Saramago publicó en 2005 Don Giovanni o el disoluto absuelto.

En el siglo XIX el Romanticismo, que se sentía atraído por personajes rebeldes y amantes de la libertad, se sintió fascinado por esta figura y cambió el tratamiento del personaje. Hasta ese momento Don Juan siempre terminaba en el infierno castigado por sus pecados. En la nueva corriente romántica que invadió el arte europeo en el siglo XIX, el maestro alemán en narración de cuentos Ernst Theodor Amadeus Hoffmann fue quien le dio a Don Juan el carácter romántico, como ningún otro autor. Con este personaje retrataba a los jóvenes románticos ardientes, gozaba con sus aventuras y participaba en sus rebeliones. Lord Byron lo describió en su poema picaresco Don Juan (1821) como un joven tan hermoso y encantador que las mujeres no lo dejaban en paz, ni siquiera la emperatriz Catalina II de Rusia. Prosper Mérimée en la novela Las almas del purgatorio o los dos Don Juan (1834) lo presenta con dos personalidades encontradas.

En España, José de Espronceda en el poema, subtitulado “cuento”, El estudiante de Salamanca (1840) recoge la tradición de Tirso de Molina. El Don Juan aparece representado por el protagonista, don Félix de Montemar, hombre cínico y calavera que estudia en Salamanca. Su última víctima, doña Elvira de Pastrana, se vuelve loca y muere. Don Diego de Pastrana desafía a duelo al burlador para vengar la deshonra y muerte de su hermana. En el duelo, don Félix le da muerte a Don Diego. Tras el desafío, don Félix ve la aparición de un fantasma en el que cree ver una mujer y la persigue. Durante la persecución presencia un entierro: el de Don Diego y el suyo propio. No cede en su empeño y cuando logra tener entre sus brazos al fantasma, descubre que es la Muerte que lo atenaza y lo mata.

La historia, lineal y sencilla, va entonces desde la muerte de Don Diego de Pastrana a manos de Félix de Montemar, hasta la muerte de este esa misma noche. Los tres primeros cantos tienen una intención realista, por contraposición al cuarto canto que toma un rumbo vago y fabuloso, en una visión semejante a la del sueño donde aparece un amplio despliegue de símbolos oníricos.

Pero cuando Byron y Espronceda comenzaban a intelectualizar otra vez a Don Juan, Zorrilla le inyectó una nueva vitalidad, diferenciando a este Don Juan de todos los demás en que realiza sus conquistas a la vista del público, sin acudir a las trampas. En 1844 escribió la versión más moderna de la leyenda, Don Juan Tenorio, y al personaje fanfarrón, incrédulo, lo transforma en un héroe simpático que acaba en brazos de su amada aunque sea en la otra vida. Es la versión que más ha perdurado y la que se ha representado más veces.