BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Edición No. 114, diciembre de 2013
Directores:
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista AsfódeloRaúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué
PENSAMIENTOS O
REFLEXIONES
Rubén López Rodrigué
La psicosis en
el texto no siempre conlleva una psicosis del autor.
Cuando hay
proliferación de citas y autores en un texto, su autor se desdibuja por
completo.
Tus mejores
amigos es muy probable que lleguen a ser tus peores enemigos por el profundo
conocimiento que tienen de ti. Y, a veces, un enemigo se convierte en tu amigo.
Uno es el peor
enemigo de sí mismo.
Don Juan es un
hombre que levanta el vuelo sin un destino definido.
Flaubert era
freudiano sin saberlo al tratar de desafiar el enigma de ese «continente oscuro»
que es la sexualidad femenina, esa cosa confusa en cuanto a su identidad. Su
novela Madame Bovary es un «tratado»
sobre las miserias de las mujeres.
En el parecer
está la esencia, lo que ocurre es que hay que saber leerla.
Si el Dios
cristiano es un ser perfecto, ¿por qué crea cosas y seres imperfectos?
Más que buscar
un objeto de amor, Don Juan huye de la soledad.
Dizque Colombia
es el país más feliz del mundo. ¿Pero cómo va a ser feliz un país donde todo
ciudadano imagina que el que camina detrás de él lo va a robar, atracar o
matar?
Bajo ciertas
circunstancias, no comprar un dentífrico o pasta dental de determinada marca
podría precipitar a determinada empresa hacia la quiebra total.
Mientras los
demás hombres, antes de abordar una mujer, elaboran en la cabeza un tratado de
metafísica, el secreto de Don Juan es que actúa y no reflexiona.
En Colombia no
existe una cultura de la crítica, sino una anticultura de la criticonada.
Las críticas
destructivas, despiadadas, que tratan a sus condenados como leprosos a quienes
hay que evitar a toda costa, suelen ser proyecciones de los propios conflictos
y resentimientos personales de quien las hace.
Cada instante es
el último, puesto que es único y no se repetirá.
El tiempo es un
monstruo que se lo traga todo como un agujero negro.
Buena parte del
futuro de la humanidad dependerá de las mujeres. Esperemos que ese mundo no sea
más despótico que el de los hombres.
Mi padre hizo
del aburrimiento una religión y de la religión un aburrimiento.
Las mujeres
tejen y destejen a un hombre toda una tarde.
En ciertos
momentos, Flaubert llegó a sentirse como un insecto aplastado por los dedos
gigantes de su personaje Madame Bovary.
Hay quienes
matan el amor hablando o escribiendo sobre él.
La originalidad
del escritor consiste en abrir una ventana nueva hacia el universo, poner al
lector a ver lo que nunca había visto.
El tiempo es el
mayor tesoro, pues cualquier cosa que hagas o dejes de hacer es a través del
tiempo.
Las mujeres que
se creen irresistibles, con semejante vanidad arruinan por lo menos la mitad de
sus atractivos.
Un sujeto
escribe un solo ensayo y ya dice que es ensayista. Otro dice que es crítico
literario porque escribió un artículo sobre el libro de un poeta.
Definitivamente vivimos es de semblantes.
Soy como el Ave
Fénix: vivo renaciendo de entre las cenizas.
Han dicho que
por mis venas circula agua helada. Pero soy como un volcán nevado: frío por
fuera y con fuego en el interior.
Hay personas que
se afanan en criticar a los demás en la misma proporción en que se olvidan de mirarse
a sí mismas.
El escritor es
portador de la soledad del poder, el poder de crear criaturas como un dios.
Distingo la
creación de la creatividad. La creación es propia del talentoso y la
creatividad es algo inherente a cualquier persona.
El amor conduce
al desenfreno, de ahí que se lo suela equiparar con la locura.
Todos llevamos
un cementerio encima puesto que todos nuestros antepasados están muertos.
Nuestras células
son los ladrillos de que estamos hechos.
A veces se
quiere a otra persona cuando se deja dominar, pero cuando se rebela se la deja
de querer.
El más rico no
es el que tiene más dinero sino el que tiene menos deseos.
Es una gran
paradoja que Edipo Rey se mire a sí mismo solo después de sacarse los ojos.
Si no podemos
evitar los síntomas, ¿para qué pelearse con ellos?
El respeto hay
que ganárselo y no imponerlo como lo haría una madre o un padre tiránico.
Existe la
«filosofía» del «si no lo he visto es porque no existe», como si el sujeto
fuera la medida de todas las cosas.
Un escritor
lírico, citando la Biblia, me decía: «Ten mucho cuidado, pues el enemigo está
en la propia casa».
Don Juan no
estimula el deseo por lo nuevo, sino que produce el goce de la repetición de lo
mismo.
Dios es una
metáfora de una energía, más exactamente del amor.
La vida es una
cosa vacía y hay que darle sentido reinventándose todos los días en el modo de
vivir.
Aunque el
escritor diga que lo que afirma el crítico literario no tiene nada que ver con
su obra, se ha de advertir que toda obra artística es básicamente irracional,
un producto del inconsciente, y por consiguiente otro puede advertir lo que el
propio autor no ve.
El mediocre no
sabe ver dónde están las aptitudes de otros y suele tacharlos de mediocres.
Esta parece ser
la lógica de la envidia: «Si no sobresalgo yo, que tampoco sobresalga nadie».
El rasgo picante
de la idiosincrasia colombiana es el divorcio entre el calificativo y el hecho.
La condición
natural de un escritor, lo que mejor lo define, es ser un exiliado de sí mismo.
Si el artista no
tiene una visión propia, ¿qué puede aportarle al arte?
Es un
inconveniente andar entre mediocres: te miden con su misma vara.
Hay que
anteponer el texto a la publicación y no la publicación al texto.
Existen sujetos
que a todo el mundo le ven cabeza de clavo.
Cuando me
preguntan dónde vivo contesto que vivo en el futuro y cuando me preguntan qué
edad tengo respondo que tengo la edad del Universo.
Quisiera ser
admirado por la escritura, no por la fama o el dinero que pueda obtener.
Lo ideal es ser
como el águila, que en su majestuoso vuelo no aletea sino que planea.
Cuando enfrento
la realidad siento dolor de cabeza.
Hay que estar
lejos para estar cerca.
«De derrota en
derrota ganaremos la guerra», recuerdo que decía el rector de mi colegio
citando a Churchill. Pero sé que en literatura no hay ninguna guerra qué ganar.