miércoles, 4 de junio de 2014

Acerca de Abluciones de Patrick deWitt

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Edición No. 140, junio de 2014
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo
email: revistasfodelo@yahoo.com



Acerca de Abluciones de Patrick deWitt
Raúl Jaime Gaviria

El canadiense Patrick de Witt no es un gran escritor. Jamás escribirá una obra maestra aunque, de seguro, dará mucho de que hablar durante los próximos diez años. Dentro de treinta, quizás veinte, estará  completamente olvidado. Y sin embargo, su opera prima Abluciones que, debo confesar, leí con sentimientos contradictorios de  asco y  fruición, es una buena novela.  Es difícil admitir que una obra estilísticamente pobre, plagada de lugares comunes te logre conmover. Lo cierto es que el personaje principal de esta novela es muy auténtico, mucho más que el artificioso Hank Chinaski de Bukowski (autor con el que se suele comparar a de Witt) aunque menos vigoroso.  Leer esta novela para mí fue como subirme a una montaña rusa en cámara lenta, el mareo es mucho peor cuando vas lento, así como es mucho más viva la sensación de absurdo que te produce. No es lo mismo suicidarse de un pistoletazo en la sien que montarse, por propia voluntad, en un potro de tortura y ver cómo, en medio del más terrible dolor, se te desgarran literalmente los miembros y se te va la vida. Una hipotética triple tortura si cabe pues tendrías  el tiempo suficiente como para arrepentirte y ya no podrías escapar de la trampa que tú mismo te has tendido. 

Abluciones nos presenta a un camarero anónimo de bar (personaje que representa al mismo de Witt quien trabajó cinco años en uno) que realiza apuntes sobre los clientes habituales del lugar, con su carga de dolor y perversión, con el fin de escribir un libro que refleje la decadencia de una sociedad moderna que parece no encontrar respuestas a los interrogantes esenciales del ser humano. No obstante, el observador no puede ser imparcial ya que se involucra de lleno con ese mundo que pretende narrar. Se bebe, noche a noche, todo el bar, se atraganta de pastillas y se involucra sexualmente con la clientela femenina. En determinado momento no sabe si es él quien narra o si es uno más de los descarriados personajes que, desquiciados por la soledad y el absurdo existencial, reptan lastimeramente por las páginas de este deprimente libro al punto de que, en determinados pasajes , la fina línea entre lo humano y lo animal parece desvanecerse en muchos de los personajes, que, convertidos en patéticas caricaturas de sí mismos parecen clamar al cielo que la tierra pronto se abra bajo sus pies poniéndole fin a tanto dolor.

Lo más rescatable de este libro es indudablemente el mensaje de redención que subyace en la historia, ya que en la medida en que el narrador se sumerge con mayor profundidad en las fangosas aguas de la auto-destrucción, va tomando al tiempo una mayor conciencia de la imperiosa necesidad que como ser humano tiene de ser feliz.  Y ahí es donde la historia toma su giro más interesante pues el personaje adquiere la certeza de que la única salida está en huir de sí mismo a como de lugar. Y la estrategia de fuga por la que opta es de una poesía no exenta de absurdo. Quiere ir al Gran Cañón, (luego de un robo continuo a la caja del bar) para poder reencontrarse con sí mismo, con la verdad que habita en él, fuera de los espurios paraísos espirituales que las drogas y el sexo desenfrenado le hayan podido ofrecer. 

Abluciones es en resumen una novela que produce un malestar indefinible, una náusea que, para el lector hedonista, no resulta nada agradable y aunque desde sus primeras páginas te sientas tentado a dejarlo y retomar lecturas más apacibles, en el fondo sabes que este libro es como un enorme trago de whisky que te has de apurar hasta el fondo esta vez, así te declares el mayor de los abstemios.