BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"
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Edición No. 142, junio de 2014
Directores:
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista AsfódeloRaúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
email: revistasfodelo@yahoo.com
Breve
esbozo acerca de Linda boquita y verdes mis ojos de J.D Salinger
Raúl Jaime Gaviria
J.
D. Salinger es considerado, hoy por hoy, un autor de culto. Alrededor de su
vida y de su obra se ha edificado todo un mito. Cuando uno aborda críticamente
a un autor de estas características corre el riesgo de dejarse obnubilar por
esta enrarecida atmósfera, de ahí que sea necesario realizar, previo a la
lectura, un ejercicio interior de profilaxis literaria frente al texto y al
autor y leerlo como si se leyera a un desconocido o a algún amigo que le pasara
a uno un texto cualquiera. Así fue como
abordé este relato de Salinger, sin ningún prejuicio. Primero lo leí en inglés,
ya que, por lo general, las traducciones al español me resultan poco
confiables, puesto que muchas veces desvirtúan el sentido de lo que el autor
pretendió decir en su idioma original.
Linda
boquita y verdes mis ojos de J.D. Salinger es un cuento, como todos los de
Salinger, que no permite una lectura superficial, hay que ahondar
necesariamente en las diversas capas subtextuales para desencriptar el mensaje
cifrado. Con Salinger hay que, por decirlo de algún modo, aprender a leer lo
que no está escrito, lo tácitamente expresado. En el intrincado mapa que se
desplegó ante mis ojos en este cuento pude vislumbrar algunos puntos
interesantes que paso a resumir.
Es
interesante ver como el autor, durante todo el relato, no suelta prenda en lo
que respecta a lo que piensan los personajes, de ahí que recurra a la narración
en tercera persona omnisciente, y que el final del cuento resulte imprevisible
para el lector pues el autor no le proporciona al lector ninguna pista que le
permita hacerse una idea, siquiera aproximada, de lo que sucede al interior de
los personajes.
El
cuento se centra en los personajes de Lee y Arthur, un par de amigos, abogados
de la ciudad de Nueva York, que sostienen una conversación telefónica en medio
de la noche. Arthur le pregunta a Lee si sabe dónde se encuentra su esposa
Joanie, a lo cual Lee, con toda la sangre fría, responde que no, a sabiendas de
que la tiene a su lado, acostada en la cama. Durante casi toda la conversación telefónica
Arthur emplea repetidamente (en la versión inglesa original) la palabra Cristo
(Christ) así como la expresión ¡Por Cristo! (Christsake) lo que indica
inseguridad de su parte y su alto nivel de frustración frente a la relación con
Joanie. En realidad no se trata de un diálogo puesto que Arthur utiliza a Lee
como campana de resonancia, dejando fluir por medio de su monólogo incoherente
toda la carga de impotencia que subyace en su interior. Sin embargo, conociendo
la técnica narrativa de Salinger, es preciso que el lector no apresure ningún
tipo de consideraciones en relación con el fondo de los personajes. La tesitura
real de estos solo es revelada al final del cuento e incluso luego de una
profunda reflexión posterior a su lectura.
Volviendo
a la historia, el personaje de Lee, a diferencia del de Arthur, se muestra
seguro y calmado, dueño absoluto de la situación y lleva su cinismo al extremo
de darle consejos a Arthur, pretendiendo consolarlo. Esta situación se da
vuelta al final del relato luego de la segunda llamada de Arthur, que sabe que
Lee se encuentra con su esposa y aun así le miente a su amigo diciéndole que
Joanie ya ha llegado a casa. Aquí los papeles se invierten y el consolador pasa
a ser el consolado, el engañador se convierte en el engañado. El texto
implícito que podría aflorar en la mente de un lector avisado podría ser:
–No
eres más que un tonto Lee. Siempre he sabido que me engañas con Joanie y ¿sabes
qué? me importa un bledo. Lo que me duele es que seas lo suficientemente estúpido
como para no darte cuenta de que ella me trae sin cuidado. Hace mucho dejó de
ser la niña pura de rosa y blanco de mi poema, la chica de los hermosos ojos
verdes y la linda boquita y ahora es tan solo una putita que se acuesta con el
primer estúpido que se le pase por el frente. Hoy eres tú, mañana podrá ser el
panadero o el chico de los recados. Creías que me engañabas y por ello te
sentías poderoso e inteligente. No Lee, tú eres igual de fracasado que yo y te
diría que incluso mucho más, por lo menos yo soy consciente de mi fracaso y soy
consecuente con ello. En cambio tú, tu además de fracasado eres patético.
Linda
boquita y verdes mis ojos es, en el fondo, un cuento acerca de la soledad y la
deshumanización que tiene ocurrencia en las grandes urbes norteamericanas, lo
que deviene en la trivialización de los sentimientos y la instrumentalización
de las relaciones humanas. La amistad de Arthur y Lee es tan solo un simulacro
de amistad, así como la relación matrimonial de Arthur y Joanie y el affaire de
Lee con Joanie son tan solo simulacros de relaciones interpersonales puesto que
en una ciudad como Nueva York (en donde el aislamiento del ser humano con
respecto a sus congéneres es casi que total) es muy difícil el que se
establezcan tipos de relaciones verdaderamente humanas. La conversación de
Arthur con Lee es en realidad una conversación de Arthur consigo mismo, aquí el
interlocutor es una mera excusa. Y para Lee la conversación telefónica con
Arthur tiene valor solo en la medida en que Joanie es testigo de esta. Lee se
muestra condescendiente y comprensivo con Arthur con la clara intención de
reforzar ante Joanie su imagen de “el amante”, del hombre fuerte y seguro de
sí, en contraste con la debilidad del hombre inseguro, de “el marido” que se
encuentra al otro lado de la línea. Muy seguramente, de haber estado solo, Lee
le hubiera colgado al instante el teléfono a Arthur.
Lo
falso de la amistad entre los dos personajes se puede apreciar con máxima
claridad en el cuento durante la corta conversación que tuvo ocurrencia luego
de la segunda llamada de Arthur, cuando este le dice a Lee que Joanie acaba de
llegar a casa. Con esto Arthur derrumba todo el discurso de pretendida
seguridad de Lee quien, al verse descubierto, solo le queda la vía de la auto-confrontación,
de ahí que, aparte de sentirse mal, se disguste también con Joanie, pues el
valor que Lee le otorgaba a esta residía exclusivamente en el hecho de que el
traicionar la “amistad” de Arthur con ella lo hacía sentirse importante.
El
cuento, a pesar de generar cierta abulia a causa del extenso monólogo de
Arthur, es una pequeña obra maestra puesto que somete al lector, en unas cortas
páginas, a establecer una relación contradictoria con ambos personajes
masculinos (el personaje de Joanie, neutro en principio, se devela a posteriori
a partir de la revelación de la naturaleza real de los personajes de Arthur y
Lee). El lector, en principio, tiende a solidarizarse con Lee y a sentir
antipatía por Arthur lo que cambia abruptamente al final de la historia luego
de la última llamada telefónica y por decirlo así de la transfiguración heroica
de Arthur. Al parecer a Salinger le gusta jugar con el lector y lo hace
bastante bien. De ahí que no se trate del tipo de autor que pueda ser resistido
por todo tipo de hígados literarios. Salinger no es, ni mucho menos, el autor
que le ofrece la historia en bandeja a sus lectores. A las historias de
Salinger hay que rumiarlas para poder apreciarlas en toda su significación. Hay
que sumergirse mucho en ese mar para recoger las escasas perlas que allí yacen.
Los cuentos de Salinger no basta con leerlos una sola vez, la relectura se hace
indispensable pues, como sucede con los mejores vinos, a este autor no es
posible degustarlo toscamente con la lengua sino que se requiere de un paladar
literario bastante fino y sobre todo muy ejercitado.