BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"
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Edición No. 141, junio de 2014
Directores:
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista AsfódeloRaúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
email: revistasfodelo@yahoo.com
La gran narrativa de la I Guerra Mundial
Hernán Botero Restrepo
Se está cumpliendo en
este año de 2014 el centenario del inicio de la I Guerra Mundial; a propósito
de ello la Revista Arcadia publicó, en su número 113, un breve artículo firmado
por Alberto de Brigard, en el que se hace un recuento valorativo de las más memorables
novelas que fueron escritas sobre dicha guerra, “la grande” como fue llamada en
su momento por razones a las que sobra aludir aquí, por lo conocidas que son.
El presente texto tiene por objeto examinar el artículo de De Brigard en dos
aspectos: el primero es el de la indiscutible calidad literaria de las novelas
consideradas por el autor del artículo como las más sobresalientes en lo que
respecta a su valor novelístico-histórico y estilístico, y el segundo,
completarlo, llenando algunos vacíos que quien escribe estas líneas ha
encontrado en la lista de las novelas mencionadas por De Brigard en su texto,
que tiene por título: La I Guerra Mundial en la novela. Estoy de acuerdo con De
Brigard en que Sin novedad en el frente de Erich María Remarque sigue siendo la
mejor obra de ficción sobre la I Guerra Mundial y que es, sin duda, una de las
grandes novelas de todos los tiempos.
Es preciso llamar la atención sobre la
infra-valoración que hace De Brigard con respecto al estilo presuntamente pasado de moda de Vicente Blasco Ibáñez, autor de una de las novelas escogidas
por De Brigard, entre las más relevantes de su lista. Este, de manera
arbitraria, considera que el estilo de Blasco Ibáñez está "pasado de moda" sin
considerar el hecho de que se trata de un escritor cuyo lenguaje se caracteriza
por su colorido y vivacidad.
De Brigard consideró,
de manera acertada, que en “Adiós a las armas” de Ernest Hemingway: “además de
sus méritos también se encuentra lo más insoportable del autor: “la sensiblería
huera de sus historias de amor, debido sobre todo a la pobreza de los
personajes femeninos”. También estoy de acuerdo con De Brigard cuando dice en
su artículo que “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” de Blasco Ibáñez: “puede
ser la primera obra importante sobre la Primera Guerra (sic)”. Ha de quedar
claro que la inclusión en la lista de De Brigard de la novela de Blasco tiene
que ver más con la temprana fecha de la publicación de esta que con su valor
intrínseco. Como obras meritorias se cita en el texto de Arcadia la novela
“Largo domingo de noviazgo” de Sebastián Japrisot y “14” de Jan Echenoz que, he
de confesarlo, jamás he leído.
Con relación a los
vacíos del texto de De Brigard paso a mencionar los más relevantes: Henri
Barbusse, a quien De Brigard no menciona, publicó la novela “El fuego” antes de
que fuera publicada “Sin novedad en el frente” de Remarque; La novela de
Barbusse fue pionera entre las dedicadas a la Gran Guerra y, aunque es inferior
a la de Remarque, no dejó de influirlo. No hay por qué olvidar, además, que
Remarque fue autor de una especie de continuación sui generis de “Sin novedad
en el frente”, que se tituló “De regreso” y que se halla a la altura
poético-narrativa de la obra fundamental de Remarque.
También se le pasa por
alto a De Brigard aludir a la novela “La muerte del héroe” de Richard Aldington,
el principal aporte inglés a la narrativa de la I Guerra Mundial, si no
consideramos los valiosos poemas de cariz narrativo escritos por los grandes
poetas Wilfred Owen (quien murió en el frente) y Sigfried Sassoon. Tampoco
menciona De Brigard la tetralogía sobre la guerra de Ford Madox Ford, cuyo
volumen más elogiado es “El buen soldado”.
Desplazándonos a la
Rusia post-revolucionaria, sabemos que se escribieron varias novelas sobre la
Gran Guerra que no han sobrevivido dado el hecho de haber sido escritas bajo la
nefasta influencia de la estética bolchevista.
Lo más inexcusable es
el que De Brigard, en su artículo, no se
haya referido a una de las obra monumentales de la literatura centro-europea:
“Las aventuras del buen soldado Schweik” de Jaroslav Hasek, en la que la guerra
y todo lo relativo a esta es mostrado, con gran maestría, de una manera
tragicómica y aun caricaturesca.
Recientemente, en la
ópera prima del escritor sueco Jonas Jonason: “El abuelo que saltó por la
ventana y se largó”, el autor rememora los hechos bélicos del 14 como si de un
puzzle demencial se tratara.
Es bueno hacer memoria
de una obra muy peculiar, entre novela y ensayo: “Los que no fuimos a la
guerra” del gran novelista y humorista español Wenceslao Fernández Flórez.
También el magnífico Valle Inclán escribió unas inquietantes impresiones
de alta factura poética, en las que se
vislumbra la guerra desde la perspectiva de los soldados que descansan, en la
alta noche, al lado de las trincheras en sus respectivos campamentos. Por su
parte el cosmopolita escritor guatemalteco, Enrique Gómez Carrillo, tantas
veces tildado de frívolo, escribió unas muy serias crónicas sobre la guerra
como corresponsal del periódico El Liberal.
Es también necesario
referirse, brevemente, a las novelas sobre la guerra escritas desde el punto de
vista de los perdedores, entre las cuales la más famosa fue quizás “Tempestades
de acero” de Ernst Jünger, texto de carácter seminovelístico y autobiográfico
que está empapado de guerrerismo bismarckiano. Un epígono rastrero de Jünger,
Ernst von Solomon, superó a su maestro en agresividad belicista en varias obras narrativas.
Para concluir de manera
un poco más grata quiero hacer memoria de la novela “Un hijo en el frente” de
la norteamericana Edith Wharton (discípula de Henry James) editada en castellano
en 1998 por Tusquets Editores.