jueves, 12 de junio de 2014

La gran narrativa de la I Guerra Mundial

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 141, junio de 2014
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo
email: revistasfodelo@yahoo.com





La gran narrativa de la I Guerra Mundial

Hernán Botero Restrepo


Se está cumpliendo en este año de 2014 el centenario del inicio de la I Guerra Mundial; a propósito de ello la Revista Arcadia publicó, en su número 113, un breve artículo firmado por Alberto de Brigard, en el que se hace un recuento valorativo de las más memorables novelas que fueron escritas sobre dicha guerra, “la grande” como fue llamada en su momento por razones a las que sobra aludir aquí, por lo conocidas que son. El presente texto tiene por objeto examinar el artículo de De Brigard en dos aspectos: el primero es el de la indiscutible calidad literaria de las novelas consideradas por el autor del artículo como las más sobresalientes en lo que respecta a su valor novelístico-histórico y estilístico, y el segundo, completarlo, llenando algunos vacíos que quien escribe estas líneas ha encontrado en la lista de las novelas mencionadas por De Brigard en su texto, que tiene por título: La I Guerra Mundial en la novela. Estoy de acuerdo con De Brigard en que Sin novedad en el frente de Erich María Remarque sigue siendo la mejor obra de ficción sobre la I Guerra Mundial y que es, sin duda, una de las grandes novelas de todos los tiempos. 

Es preciso llamar la atención sobre la infra-valoración que hace De Brigard con respecto al estilo presuntamente pasado de moda de Vicente Blasco Ibáñez, autor de una de las novelas escogidas por De Brigard, entre las más relevantes de su lista. Este, de manera arbitraria, considera que el estilo de Blasco Ibáñez está "pasado de moda" sin considerar el hecho de que se trata de un escritor cuyo lenguaje se caracteriza por su colorido y vivacidad.

De Brigard consideró, de manera acertada, que en “Adiós a las armas” de Ernest Hemingway: “además de sus méritos también se encuentra lo más insoportable del autor: “la sensiblería huera de sus historias de amor, debido sobre todo a la pobreza de los personajes femeninos”. También estoy de acuerdo con De Brigard cuando dice en su artículo que “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” de Blasco Ibáñez: “puede ser la primera obra importante sobre la Primera Guerra (sic)”. Ha de quedar claro que la inclusión en la lista de De Brigard de la novela de Blasco tiene que ver más con la temprana fecha de la publicación de esta que con su valor intrínseco. Como obras meritorias se cita en el texto de Arcadia la novela “Largo domingo de noviazgo” de Sebastián Japrisot y “14” de Jan Echenoz que, he de confesarlo, jamás he leído.

Con relación a los vacíos del texto de De Brigard paso a mencionar los más relevantes: Henri Barbusse, a quien De Brigard no menciona, publicó la novela “El fuego” antes de que fuera publicada “Sin novedad en el frente” de Remarque; La novela de Barbusse fue pionera entre las dedicadas a la Gran Guerra y, aunque es inferior a la de Remarque, no dejó de influirlo. No hay por qué olvidar, además, que Remarque fue autor de una especie de continuación sui generis de “Sin novedad en el frente”, que se tituló “De regreso” y que se halla a la altura poético-narrativa de la obra fundamental de Remarque.
También se le pasa por alto a De Brigard aludir a la novela “La muerte del héroe” de Richard Aldington, el principal aporte inglés a la narrativa de la I Guerra Mundial, si no consideramos los valiosos poemas de cariz narrativo escritos por los grandes poetas Wilfred Owen (quien murió en el frente) y Sigfried Sassoon. Tampoco menciona De Brigard la tetralogía sobre la guerra de Ford Madox Ford, cuyo volumen más elogiado es “El buen soldado”.

Desplazándonos a la Rusia post-revolucionaria, sabemos que se escribieron varias novelas sobre la Gran Guerra que no han sobrevivido dado el hecho de haber sido escritas bajo la nefasta influencia de la estética bolchevista.

Lo más inexcusable es el que De  Brigard, en su artículo, no se haya referido a una de las obra monumentales de la literatura centro-europea: “Las aventuras del buen soldado Schweik” de Jaroslav Hasek, en la que la guerra y todo lo relativo a esta es mostrado, con gran maestría, de una manera tragicómica y aun caricaturesca.

Recientemente, en la ópera prima del escritor sueco Jonas Jonason: “El abuelo que saltó por la ventana y se largó”, el autor rememora los hechos bélicos del 14 como si de un puzzle demencial se tratara.
Es bueno hacer memoria de una obra muy peculiar, entre novela y ensayo: “Los que no fuimos a la guerra” del gran novelista y humorista español Wenceslao Fernández Flórez. También el magnífico Valle Inclán escribió unas inquietantes impresiones de  alta factura poética, en las que se vislumbra la guerra desde la perspectiva de los soldados que descansan, en la alta noche, al lado de las trincheras en sus respectivos campamentos. Por su parte el cosmopolita escritor guatemalteco, Enrique Gómez Carrillo, tantas veces tildado de frívolo, escribió unas muy serias crónicas sobre la guerra como corresponsal del periódico El Liberal.

Es también necesario referirse, brevemente, a las novelas sobre la guerra escritas desde el punto de vista de los perdedores, entre las cuales la más famosa fue quizás “Tempestades de acero” de Ernst Jünger, texto de carácter seminovelístico y autobiográfico que está empapado de guerrerismo bismarckiano. Un epígono rastrero de Jünger, Ernst von Solomon, superó a su maestro en agresividad belicista  en varias obras narrativas.

Para concluir de manera un poco más grata quiero hacer memoria de la novela “Un hijo en el frente” de la norteamericana Edith Wharton (discípula de Henry James) editada en castellano en 1998 por Tusquets Editores.