lunes, 22 de julio de 2013

Tres poemas en homenaje a Dickens

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 91, julio de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria  (revistasfodelo@yahoo.com)
Hernán Botero Restrepo (boterohernan@yahoo.com)
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué   (rdlr@une.net.co)


Tres  poemas en homenaje a Charles  Dickens

Hernán Botero Restrepo



I
Por cuanto hay de sagrado y de profano,
por el paladio de Atenea y las cebollas de Neruda,
por Dionisos y Apolo
no me comenten nada sobre el hombre
que creó a Mistress Gamp
a Mister Pecksniff
y a toda una Inglaterra imaginaria
que seguiría durando aunque se hundiera
la Inglaterra real.
Si el tema los seduce
es mejor que se cosan los labios
con el hilo inocente del silencio
y si desean hablar a toda costa
charlen o pontifiquen sobre Husserl
o sobre Miguel Ángel
como hacen las señoras
en el poema de Eliot.
Sentarme con ustedes
a beber un café o una cerveza
me ha de resultar grato,
fascinante y quizá inolvidable,
si en la reunión no se pronuncia el nombre
del mago de los magos.
Hasta un silencio en blanco y prolongado
durante varias horas
me resulta aceptable
Frente a cualquier palabra que se refiera a Dickens.
Y  créanme: sea lo que sea
Lo que sobre el autor de Las campanas
me pudieran decir
me hará pensar que nunca lo han leído.


II
Londres es la ciudad que recreó Charles Dickens,
la metrópoli
que descubrió, que existía
antes de que el naciera,
que vivió en su niñez,
que en esencia no fue
una niñez dichosa,
si hay alguna que lo sea;
tal puede ser la regla
mas como toda regla
tiene sus excepciones,
en todos los lugares del planeta,
las excepciones pueden ser numerosas.
Sea como sea
El niño Dickens debió haber vivido
por lo menos momentos felices.
Horroriza saber que han existido,
existen y habrán de existir
niños y adolescentes que ni siquiera
han gustado ni gustan ni habrán de gustar,
una vez, aunque sea solo una,
el sabor de la miel de la vida.
En los libros de Dickens,
cuando en ellos evoca su infancia,
es difícil
encontrar el recuerdo de esa miel.
Pero siento que me voy por las ramas
y  vuelvo al tema de mi elogio a Dickens:
el Londres del autor del Oliver Twist,
fue un Londres todo poesía
a veces muy sombría
y muy alegre a veces
y por más que se haya transformado
es hasta hoy su ciudad,
y en un grado más pleno
que en el que es de Balzac La ciudad luz
y son de Dostoievski
Moscú y San Petersburgo.
El único dueño de otra gran ciudad,
que nos hace pensar que lo fue tanto
recreándola
como Dickens a Londres,
fue el Galdós de Madrid.

III

Si él pidió que ella le concediera una audiencia
es algo que no sé
y no tiene ninguna importancia.
Sea como haya sido,
El encuentro de la Reina Victoria
con Charles Dickens
en Buckingham Palace
tuvo lugar y tiempo.
La testa coronada de Inglaterra
fue hechizada por Dickens,
el Rey de la novela,
como lo apoda John Irving
(su heredero legítimo
en los tiempos que corren).
No sabemos sobre que conversaron,
pero sí que durante la audiencia
la monarca y el poeta
permanecieron de pie.
Victoria no le dijo: siéntese,
al poeta
pero ella tampoco tomó asiento.
Muy de Dickens y muy de Victoria
es este encuentro
que tanto nos revela
sobre el poder y la poesía,
y los absurdos vínculos
y extrañas relaciones

que los aproximan.