lunes, 2 de septiembre de 2013

Dos poemas sobre animales

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Edición No. 98, septiembre de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria  (revistasfodelo@yahoo.com)
Hernán Botero Restrepo (boterohernan@yahoo.com)
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué


  
Dos poemas sobre animales
Hernán Botero Restrepo


Samoyedo

Sí, son de carne y hueso
mas parecen hermosas
esculturas de nieve
obra de Bernini o Canova,
los samoyedos
perros de Alaska
perros de trabajo
como lo dicen las enciclopedias,
su abundante pelaje
se retuerce en rizos perfectos
y acaracolados
conos de alba textura tan suave.

Ver a un samoyedo atraillado
por una muchacha o un joven hermosos
que pasean con él
permite ver la belleza
en un grado arcangélico.
Poco si es que lo hacen
ladran los samoyedos,
su silencio
es música de la naturaleza.
El rostro de este can es sosegado
y en él luce una especie
de alegría canina
ajena a todo escándalo,
este queda para los humanos.
Su paso es elegante
sin que se lo proponga el samoyedo
silencio y paso en él
como en medio de un bosque
son un manantial que discurre puro y claro
sin que medie la más leve intención
por su parte de que así sea,
tal es el samoyedo.


Caballos en el ruedo

¿Es porque consideran que no vale la pena referirse a ello
que los aficionados a la tauromaquia
(amateurs y doctores en esa carnicería)
que jamás, ni en el diálogo
ni en las reseñas de las corridas
ni en los tratados ni en las enciclopedias
dedicados a la fiesta brava,
la fiesta nacional a la que se refieren
tantos  —¡ay por desgracia!—
humanos españoles
y los más bárbaros clones de la hispánica estirpe,
porque al lado del “duelo”
entre el astado y el diestro
los caballos
brillan por su ausencia
en el cruento pêle mêle
que es la lidia?
¿es por su mansedumbre
que no los determinan?
Pero cómo es posible
que a un corcel desventrado
que barre con sus lívidas y sangrientas entrañas
la arena de la plaza
no lo vean “tan hermoso”
como sucede entre torero y toro.
¡Tauromaquia, qué término tan desdichadamente falso!
Como si en el arte sangriento que tiene lugar
entre los obligados toros y los diestros,
no se hubiese visto nunca
un corcel en el ruedo.
Gatomaquia es el título del maravilloso
poema de Lope
tan justamente titulado
pues es a voluntad de todos los mininos
que estos se enzarzan en su cómica lid…
Y qué decir de la Batracomiomaquia griega
en la que con no menos comicidad
sino con más se debaten ratones y ranas.