lunes, 21 de octubre de 2013

El señor Pip de Lloyd Jones

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 105, octubre de 2013
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué




El señor Pip de Lloyd Jones
Hernán Botero Restrepo

Referirse, en el plano de las reseñas, a la novela del neozelandés Lloyd Jones, El señor Pip, es algo que requiere de mucha sindéresis selectiva. En primer lugar, y esto se cae de su peso en todos los casos, no dejar entrever ni un vestigio del resumen argumental de la novela, ni de Grandes esperanzas de Dickens, la obra que inspiró este libro y de la que El señor Pip recibe, sospecho con motivos evidentes, la mayor parte de su alma, digo la mayor parte porque lo que no es específicamente dickensiano en la novela del neozelandés es muy profundo e intenso (como lo es la escritura de Dickens) y se puede observar en el trasfondo bélico de la novela de Jones, específicamente en la guerra implacable que hacen unos vecinos de una isla situada en la proximidad de la de Bouganvillea, en donde se desarrollan todas las peripecias de esta historia.
Hay que subrayar el entrelazamiento envidiable entre la novela de Dickens y las circunstancias guerreras que se dan en el libro de Jones, en las que se ven envueltos los nativos de Bouganvillea y sus enemigos, a quienes se les conoce, por el color de su piel, como pielesrojas.
Lloyd Jones, con El señor Pip, es el primer escritor neozelandés que agrega la voz de una gran escritura poco conocida en nuestro ámbito, y que ha llegado a nosotros por medio de una excelente traducción. Esta novela me hace pensar, por su extraordinaria calidad estética, en el compositor más grande de Nueva Zelanda, Douglas Lilburn, conocido y reconocido en Occidente por medio de las grabaciones de algunas de sus magníficas obras.
Pero volvamos a El señor Pip, y centrémonos en algunos de los aspectos que hacen de esta obra un texto magistral. En primer lugar, he de señalar el tema de la relación vida-literatura en sus más variadas modulaciones, desde la pedagógico-imaginativa hasta la trágica. Además está la riqueza, no agotada explícitamente, de Mr, Watt, protagonista de la obra, en una caracterización que lo equipara al Pip de Dickens, tanto como lo distingue.
El señor Pip es una novela de indudable originalidad; ese ideal, que casi nunca se plasma en la obra de arte, constituye un mosaico variopinto y convincente en los planos de lo narrativo y lo vital. Este abigarrado cuadro multicolor involucra tanto a los negros de Bouganvillea como a los pielesrojas y a los blancos. Además de lo anterior, El señor Pip, es quizás el más grande homenaje que la literatura de ficción haya rendido al genio de Portsmouth.
Para terminar, un consejo. Quienes quieran disfrutar de esta joya literaria, que nos llega de la tierra de los maoríes, lean primero, si no lo han hecho aún, Grandes esperanzas de Dickens, sin cuya presencia en el espíritu creador de Lloyd Jones su novela no hubiera sido posible.