BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"
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Edición No. 102, octubre de 2013
Directores:
Raúl Jaime Gaviria (revistasfodelo@yahoo.com);
Hernán Botero Restrepo (boterohernan@yahoo.com)
Publicación de Revista AsfódeloRaúl Jaime Gaviria (revistasfodelo@yahoo.com);
Hernán Botero Restrepo (boterohernan@yahoo.com)
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué (rdlr@une.net.co)
TRES POEMAS MÍSTICOS DE RAÚL JAIME GAVIRIA
Poema de la eternidad
Es este caminar constante hacia
el encuentro y este rudo fatigarse en la fricción. Es este ir de aquí para
allá, después volver y encontrar que nunca se partió. Es esto y mucho más, y
todo duele, duele saberse vivo y no vivir. O en la mañana ante el espejo no
reconocerse en lo más bueno, sabiendo que en el fondo siempre ha estado allí.
Sí, todo duele, pero también todo pasa, hasta la muerte. Todo final es tan solo
un punto seguido de un eterno poema, más abierto que la vida, que habremos de
escribir entre todos. ¿Por qué afanarnos entonces? Si el dolor es proporcional
al movimiento, es prudente la quietud. Tal vez así, de cuando en cuando, en
días de sol, el ángel bueno de la poesía, en forma de turpial o de quetzal,
aletee sobre nosotros y nos despierte, para cantarnos los últimos versos del
poema de la eternidad que somos.
¿Quién he sido?
¿Quién he sido en el tormento de la duda?
¿Y quién cuando la fe me otorgaba su certeza?
¿Quién he sido al cegarme los sentidos?
¿Y quién cuando el espíritu en vigilia
disipaba
la niebla de mis ojos?
Tal vez necesite a otro para saber
quien
he sido.
A ese otro
que recuerde en mí
lo ausente que he sido
cuando he creído ser.
El extraño país de la
poesía
El león oscuro de la tarde
cayó sobre mi como ruda piedra
y entonces dijeron los dioses:
hágase en ti la poesía
y la poesía en mí se hizo
y como en el principio, volví a estar desnudo
y esta vez no sentí vergüenza
sino que reí
reí a más no poder
y mi risa atravesó todos los campos
impregnó todas las flores,
cruzó todos los ríos.
Luego sentí frío,
un frío tal como no lo había sentido nunca
y ya no quise estar desnudo
y lloré
y me sentí profundamente solo
en aquel extraño país
de la poesía.