martes, 7 de enero de 2014

A GEORGE SAND

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 117, enero de 2014
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo





A GEORGE SAND
Por Hernán Botero Restrepo

Buscabas la pasión,
la hallabas
luego,
como a una nube la esfumaba el viento
seguías buscando:
Musset y Chopin, Pagello y Pierre Leroux
en medio del tormento que ignorabas,
¿o acaso no?, ¿quién hoy podría saberlo?
Mujer, madre y abuela
ya madura conociste el amor compartido
con el gran y olvidado ceramista Manseau
al que sobreviviste con punzante duelo
George, George Sand,
decías que escribías por dinero
y que vestías de hombre
tan solo por ahorrarte algunos francos.
Ya vieja, a la lumbre y al calor del hogar,
te reías de tu querido Flaubert,
de su talante acibarado
y quien alguna vez hasta lloró
leyendo una de tus novelas,
mientras tú devanabas un copo de hilo
como una buena parca.
¡Mas cuánto lo admirabas!
Vanguardista inaudita
que Nietzsche no entendió
hasta el punto de haberte llamado en latín y en teutón:
“vaca lechera del romanticismo”.
Porque el estilo límpido fluye en tus libros
como fluye la leche de las madres
que son seres completos.
Madre perfecta en tu imperfecta vida,
inspiradora de Chopin en vida y música.
Dostoievski te llamó su maestra al saber de tu muerte;
yo te llamo —Goethe no se opondrá—
ejemplo del eterno femenino,
ángel vestido de hombre,
fascinante, es decir, peor que hermosa,
como dijo de sí Marie Dorval
(en cuyos brazos te acogiste  un día).
Vulnerada en tu vida
por las falaces ínfulas del hombre.
y el rencor inaudito de tu hija Solange,
a quien tanto querías.
Extravagante, esnob
mujer dotada con el genio de la ficción
tal como en su día lo escribiera Dilthey.