BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"
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Edición No. 145, julio de 2014
Directores:
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista AsfódeloRaúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
Algunas reflexiones sobre las
relaciones entre literatura arte y deporte
Por
Hernán Botero Restrepo
I
Se
deben iniciar estas notas, que no tienen el carácter de una historia en
miniatura de su tema, por la Grecia clásica, lo que equivale a abordar a
Píndaro y sus Epinicios, tan deportivos como religiosos. Píndaro, hasta hoy el insuperable
rey de la literatura deportiva, exalta a los atletas y aurigas de los Juegos
Olímpicos de la Hélade en un lenguaje sublime.
En
los Epinicios los ganadores de los juegos son inspirados por los dioses para el
logro de sus victorias e ilustran la regla de oro pindárica según la cual los
moderados no incurren en el anonimato ni tampoco en el orgullo y la
fanfarronería propios de tantos atletas y aurigas victoriosos. No obstante, no
hay que olvidar que las riñas de gallos, que nada tienen de deporte ni de arte,
también fueron motivo de entretenimiento para los griegos y que estos
practicaron además el Pancrator, un tipo de lucha brutal hasta la muerte, que
suscitó el rechazo de muchos griegos de la época desde simples ciudadanos hasta
grandes filósofos.
En
el dominio romano hay que tener en cuenta los infames espectáculos sangrientos
que se celebraban en el Coliseo, en especial los que enfrentaban a animales
feroces como osos y leones entre sí, así como los sangrientos combates que se
sostenían entre gladiadores, la mayor de las veces esclavos. Esta forma de
lucha mortal ha sido evocada con innegable competencia narrativa por Arthur Koestler
y Howard Fast en cuyo “Espartaco” se basó Stanley Kubrick para su película del
mismo título. Pasando a la época medieval, hagamos memoria de los torneos
caballerescos, exaltados hasta un grado demencial por Walter Scott y
ridiculizados de modo genial por Mark Twain en “Un yanqui en la corte del rey
Arturo”. Para finalizar con Europa vale traer a cuento las luchas a puño limpio
entre los irlandeses, precursoras del moderno pugilismo, y otros deportes no
violentos como el golf y el cricket, nacidos también en tierras británicas Resultaría
inexcusable no referirse al escritor P.G Wodehouse que dedicó una novela entera
, plena de humor y titulada ”“Dieciocho agujeros” al tema golfístico, en la que
logró condensar las técnicas de este deporte con las exclusivamente narrativas.
Hablar de Wodehouse y no de Robert Smith Surtees constituiría una grave
omisión, este escritor inglés, del siglo XIX escribió las mejores novelas de
temática deportivas que hayan podido escribirse durante la época victoriana
siendo Surtees el creador del género deportivo como tal. Sus novelas, que tienen
como protagonista a Mr. Jorrocks, lamentablemente no han sido traducidas al
español. Aclamado por la crítica más exigente y amado por miles de lectores
Surtees es, sin que se lo propusiera, quien inspiro a Dickens la escritura del
celebérrimo libro “Las aventuras de
Pickwick” que por interés del editor de Dickens fue pensado en un principio
como una novela de aventuras deportivas aunque resultó siendo algo muy distinto al final
(nada menos que una especie de Quijote inglés).
Desplacémonos
ahora a Oriente, concretamente al Japón, para dar cuenta de las artes marciales
en donde hay que reconocer que algunas de ellas son manifestaciones no solo de
la fuerza y agilidad corporales sino del perfeccionamiento mental y espiritual,
lo que subrayó tantas veces el malogrado rey del Kung-Fu (Bruce Lee) en todas
las ocasiones en las cuales fue entrevistado.
II
Borges,
enemigo acérrimo del fútbol, dijo muchas cosas a propósito de este juego que
son ampliamente debatibles pero también otras que resultan francamente
rechazables, como por ejemplo la aseveración de que un deportista que no se
jugara la vida en el juego no merecía ser llamado deportista. El autor argentino
manifiesta también afición por las infames riñas de gallos, lo que a nuestro
parecer nos puede hacer pensar que también pudo haber sido partidario de las
inicuas peleas de perros.
III
Temas que me inquietan (sugeridos al
lector inquieto) a propósito de las relaciones entre deporte, literatura y arte:
La
belleza del espectáculo del trapecismo, que se humanizó desde que se impusieron
por vía legal las redes de protección.
El
fascinante deporte de la natación en sus diversos estilos.
El
deporte y la mujer.
El
patinaje sobre el hielo que dio origen al ballet sobre el hielo (que hermosa
experiencia la de asistir al ballet “Cascanueces” de Tchaikovski ejecutado por
un buen grupo de “bailarines patinadores” sobre el sólido y helado elemento
acuátil).
Los
ensayos de Fernando Savater, así como algunas de sus novelas que tienen por
tema el mundo de la hípica.
El
poema sinfónico “Rugby” del gran compositor Arthur Honneger basado en gran
medida en los ritmos corporales de los jugadores de rugby.
Adenda:
Es
indispensable reflexionar con respecto a la diversa clase de disfrute para el
que juega y para el que ve jugar; porque
pensar en el deporte como espectáculo sin espectadores es un soberano dislate
como lo es el afirmar que por el hecho de no ser los ejecutores del juego el
papel de los espectadores es inane.