GUADAÑAZOS PARA LA
BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"
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Edición No. 159, octubre de 2014
Directores:
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
PREGUNTAS
AL POETA RAÚL JAIME GAVIRIA (Parte I)
Por
Oscar González
¿Cómo y en qué sentido, o que
sentido le ha dado usted, a lo que ha desarrollado desde su libro inicial:
Ciclo natural, La Cruz de Maroro y Permanencia en los signos, hasta este nuevo libro:
INCONVERS.O.S, y por qué?
Le
faltó mencionar Los ojos del beduino del que apenas se publicaron un centenar
de ejemplares en el 2006. Ciclo natural es un libro muy pobre a nivel poético.
Eran los inicios de los noventa y yo recién había conocido el mundo de la
poesía de una manera un tanto tardía, porque ya pasaba de los veinte años. No
tenía mayores referentes de la tradición poética hispanoamericana y mucho menos
de la universal, de ahí que esos poemas que inicialmente eran larguísimos (y
para colmo rimados), luego de sufrir un proceso inmisericorde de mutilación
quedaron reducidos a la mínima expresión. Hubo poemas originalmente de treinta
o cuarenta versos que se redujeron a un par de versos cortos. Yo creo que esto
es lo más rescatable, el hecho de haber tenido el coraje de encarnizarme con mi
propia escritura desde un principio. Curiosamente se editaron mil ejemplares y
casi todos se vendieron, para mí que fue debido a las ilustraciones que estaban
bastante bien. Luego de Ciclo natural
pasaron diez años sin publicar hasta que en el 2002 publiqué La cruz de
Maroro, con el que me di el lujo de
experimentar a mis anchas con el lenguaje. Se trata de un libro extraño plagado de poemas herméticos
ininteligibles, algunos de cierto aire surrealista, otros de tono misticoide.
Lo mejor fue que un amigo, muy buen músico, se interesó por musicalizar los
poemas y se logró editar un CD bien interesante, posteriormente los poemas
fueron interpretados desde la danza por una bailarina profesional. Ahí me di cuenta
de que la poesía tenía necesariamente que dialogar con las otras artes, que no
podía permanecer enclaustrada en el convento de “lo literario”. Permanencia en
los signos fue otra cosa, un libro más ajustado al formato tradicional de la
poesía colombiana donde predominan los poemas breves de corte mas bien
simbolista, en ese libro comienzo con los juegos de palabras y el doble
sentido, recuerdo especialmente uno que quiero mucho, una especie de haikú:
Entre el cielo y yo/ la gravedad/…de la caída.
En el poema se hace la doble alusión a lo físico y a lo espiritual. La
palabra gravedad, en el segundo verso,
parece referirse solo al fenómeno físico y en el último verso devela su sentido
espiritual. Mi cuarto libro, Los ojos del beduino, es quizás el más difícil de
digerir, es un libro que escribí como homenaje al Rimbaud de Abisinia, al poeta
del desierto que había cambiado el canto de las vocales de su nativa Francia
por el silencio de las consonantes del dialecto de los bereberes. Este libro
tiene la particularidad de que es imposible comprenderlo si no se lee en el
contexto de “el viaje” y más específicamente del viaje por el desierto, y aquí
me refiero principalmente al desierto interior. Son en total treintaisiete
poemas y todos se titulan de la misma forma: desierto y van numerados del uno al treintaisiete. Los poemas de
este libro no tienen mayor sentido si se leen individualmente, solo lo
adquieren al momento de lograr, por decirlo de alguna manera: “ver el gran
cuadro”. Algo bien interesante de este libro es que logré jugar con el concepto
de espacio. Los poemas se encuentran dispuestos en la parte superior de la
hoja, y al tratarse de poemas muy breves, la mayor parte de la página queda en
blanco, lo que fue intencionado para reforzar la sensación de desierto que
permea todo el libro. Después de este libro y su fuerte carga de silencios
llegué a pensar que la poesía había terminado para mí, no veía por donde
continuar… hasta que llegó el grito, la sublevación de la palabra en INCONVERS.O.S, confieso que me sorprendí de este tránsito
meteórico del silencio al alarido ya que los primeros poemas de este libro los
escribí a finales del 2006. Lo que siento es que el grito se encontraba en
estado latente en mis otros libros y lo que sucedió en INCONVERS.O.S es que ese gritó pudo hallar finalmente su medio
más adecuado para manifestarse libremente. Finalmente, a través de ese grito
libertario puedo revelarme de una forma más integral, más madura, una voz que
reivindica un nombre y un apellido: Raúl Jaime Gaviria y no simplemente Raúl
Jaime como firmé mis cuatro libros anteriores, consciente que se trataba tan
solo de la simiente de algo por venir. De ahí que lo que se ha desarrollado
desde Ciclo natural hasta INCONVERS.O.S no es
otra cosa que el devenir de una poética que no pretende alinderarse en una
fórmula específica ni en una escuela estética ni en un estilo particular, se
trata más bien de un “dejarse llevar”, de una confianza y una fe en la palabra
de la que, quien escribe se asume como mero instrumento, como medio de lo que
necesariamente ha de ser dicho en determinado momento y que hallará su sujeto
en el tiempo y espacio adecuados. No se trata de una obra que se desarrolla
desde una “coherencia literaria” que permita cómodas disecciones o cuadros
comparativos del “antes” y el “ahora” por parte de los académicos. Es una obra
irregular, con sus altas y bajas, sus rugosidades y sinuosidades, sus errores y
aciertos, sus cambios de ritmo y de tono, así como lo es la vida que, como el
río de Heráclito, es siempre cambiante y en la medida en que discurre a través
de nosotros nos va transformando y moldeando permanentemente.
¿Podría
usted indicarnos, por qué y para qué, que intencionalidad tiene o qué le
provocó sensitiva para llamar este libro: INCONVERS.O.S?
Mi formación familiar es fundamentalmente católica y a causa
de mi admiración por la poesía mística de Tomas Merton ingresé al seminario de vocaciones tardías
Cristo sacerdote de La Ceja, (el mismo donde realizó sus estudios sacerdotales
Ernesto Cardenal, discípulo a su vez de Merton). Al finalizar el primer año me
retiré. Luego, muchos años después, pasé unos meses en un monasterio
benedictino del que me echaron porque me pasaba la mayor parte del tiempo
leyendo y descuidaba los oficios de la liturgia de las horas. Todo esto para
decir que el título del libro tiene que ver, en primer término, con el hecho de
la fe, y principalmente de la fe en mí, y de las contradicciones que se dan
dentro de la misma. De hecho las tres últimas letras del título corresponden a
la conocida señal de auxilio S.O.S. de la que algunos afirman que significa en
inglés Save our Souls (salva nuestra alma) aunque al parecer esto no es cierto.
De todas formas no deja de ser intencionadamente contradictorio ese grito de
auxilio en color rojo dentro del contexto de una palabra que, curiosamente, no
se encuentra registrada en el diccionario de la RAE, pero que para el uso común
significa alguien que no esta convertido a la fe de Jesucristo, (no existen
inconversos cristianos). De otra parte está también el juego con la palabra versos, los inconversos pretenden
deslindarse de los simples versos, ir más allá, rebelarse contra ellos, no se
que tanto lo hayan conseguido, pero la intención era esa. De hecho en uno de
los poemas lo expreso directamente: los
míos no son versos, son inconversos.
En qué elementos, estructuras y posiciones
poéticas basa y apoya usted este libro y que lo llevó a ello?
El libro no lo puedo desglosar de la
manera que usted me lo pide. Solo le puedo decir que surgió como una necesidad,
una pulsión que me invadió en un determinado momento, algún tiempo después de
publicar Los ojos del beduino el poemario sobre el silencio y el desierto. El
libro se plantea indudablemente como ruptura, aunque no de manera intencionada.
Indudablemente que el gesto antipoético es la base fundamental del poemario, lo
que permea toda la obra. De todas formas el libro no se inscribe en ningún tipo
de escuela o formulación estética específica si tenemos en cuenta que la
antipoesía es ante todo una postura ante la vida y la escritura.
En el principio del libro hay una
mención evidente a la antipoesía de
Nicanor Parra y después, hay una contracrítica a la antipoesía: ¿Por qué y qué
intenta con ello?
Es indudable que en INCONVERS.O.S se
retoma como base de acción el gesto antipoético parriano, aunque en sentido
estricto no puede hablarse de epigonismo, dada la complejidad de la estructura
poética de Parra, que es imposible de imitar. Por algo Roberto Bolaño, que fue
gran admirador de Parra, animaba a los valientes a seguirlo, y fueron muy pocos
los que se animaron, incluso en Chile, a excepción quizás de Claudio Bertoni,
aunque lo de Bertoni esta más en el registro de lo conversacional que de lo
antipoético. Lo cierto es que en INCONVERS.O.S hay
antipoesía, esto es indudable, por los juegos sutiles del lenguaje, los
referentes populares, patrióticos o religiosos llevados a la parodia y la
iconoclastia frente al poeta y la poesía misma. Es imposible, al menos en este
tiempo histórico, escribir antipoesía negando a Parra, pero no lo es menos que
la antipoesía como gesto libertario de la palabra existe desde los tiempos de
Aristófanes y que la antipoesía como género sobrevivirá a Parra. Incluso en Colombia
tenemos los poemas del Tuerto López que se acercan a este registro como lo
demostró acertadamente James Alstrum en su estudio titulado La poesía de Luis Carlos López y la tradición de la antiliteratura en
las letras hispánicas editado por El Banco de la República. La antipoesía
se enmarca dentro de la llamada tradición de la ruptura donde se reúnen también
todos los intentos de llevar la palabra al límite, como sucedió con las
vanguardias europeas del siglo pasado. El surrealismo, el dadaísmo y tantos
otros movimientos también erigieron sus postulados confrontando lo que existía previamente,
muchas veces negándolo de plano. Y esto sucede no solo en la poesía sino en la
filosofía, la política, la ciencia etc. Con respecto al poema crítico que usted
menciona, se titula “Al diablo la antipoesía” y está escrito en forma de coplas,
este poema, o más bien anti-anti poema) fue casualmente el último que escribí
para el libro y en ese mismo orden se dispuso en la edición. Lo hice
intencionadamente porque sentí que era necesario confrontar no solo la poesía
sino la antipoesía misma que también corre el riesgo, en determinado momento,
de convertirse en un mero formulismo, que encuentra su nicho de comodidad en el
lenguaje. Hoy en día, merecidamente, Parra y su poesía se constituyen, en este
momento, en una de las columnas de la poesía chilena, con mayor influencia que
la poesía de Gonzalo Rojas llegando casi a equipararse a la de un ícono
absoluto como lo es Pablo Neruda. Quizás esto sea algo inevitable, aunque no
deja de ser paradójico, el antipoeta coronado como monarca del canon
establecido, ¿no le parece? aunque creo que a Parra todo eso le vale un pito.
El poema fue más que todo una advertencia para conmigo mismo, para estar atento
con lo que pueda venir después. Si escribo más antipoemas en el futuro, me
cuidaré de colocarme primero unas buenas antiparras.