miércoles, 22 de octubre de 2014

Preguntas al poeta Raúl Jaime Gaviria (Parte I)

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 159, octubre de 2014
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo




PREGUNTAS AL POETA RAÚL JAIME GAVIRIA (Parte I)
Por Oscar González

¿Cómo y en qué sentido, o que sentido le ha dado usted, a lo que ha desarrollado desde su libro inicial: Ciclo natural, La Cruz de Maroro y Permanencia en los signos, hasta este nuevo libro: INCONVERS.O.S, y por qué?

Le faltó mencionar Los ojos del beduino del que apenas se publicaron un centenar de ejemplares en el 2006. Ciclo natural es un libro muy pobre a nivel poético. Eran los inicios de los noventa y yo recién había conocido el mundo de la poesía de una manera un tanto tardía, porque ya pasaba de los veinte años. No tenía mayores referentes de la tradición poética hispanoamericana y mucho menos de la universal, de ahí que esos poemas que inicialmente eran larguísimos (y para colmo rimados), luego de sufrir un proceso inmisericorde de mutilación quedaron reducidos a la mínima expresión. Hubo poemas originalmente de treinta o cuarenta versos que se redujeron a un par de versos cortos. Yo creo que esto es lo más rescatable, el hecho de haber tenido el coraje de encarnizarme con mi propia escritura desde un principio. Curiosamente se editaron mil ejemplares y casi todos se vendieron, para mí que fue debido a las ilustraciones que estaban bastante bien.  Luego de Ciclo natural pasaron diez años sin publicar hasta que en el 2002 publiqué La cruz de Maroro,  con el que me di el lujo de experimentar a mis anchas con el lenguaje. Se trata de  un libro extraño plagado de poemas herméticos ininteligibles, algunos de cierto aire surrealista, otros de tono misticoide. Lo mejor fue que un amigo, muy buen músico, se interesó por musicalizar los poemas y se logró editar un CD bien interesante, posteriormente los poemas fueron interpretados desde la danza por una bailarina profesional. Ahí me di cuenta de que la poesía tenía necesariamente que dialogar con las otras artes, que no podía permanecer enclaustrada en el convento de “lo literario”. Permanencia en los signos fue otra cosa, un libro más ajustado al formato tradicional de la poesía colombiana donde predominan los poemas breves de corte mas bien simbolista, en ese libro comienzo con los juegos de palabras y el doble sentido, recuerdo especialmente uno que quiero mucho, una especie de haikú: Entre el cielo y yo/ la gravedad/…de la caída.  En el poema se hace la doble alusión a lo físico y a lo espiritual. La palabra gravedad, en  el segundo verso, parece referirse solo al fenómeno físico y en el último verso devela su sentido espiritual. Mi cuarto libro, Los ojos del beduino, es quizás el más difícil de digerir, es un libro que escribí como homenaje al Rimbaud de Abisinia, al poeta del desierto que había cambiado el canto de las vocales de su nativa Francia por el silencio de las consonantes del dialecto de los bereberes. Este libro tiene la particularidad de que es imposible comprenderlo si no se lee en el contexto de “el viaje” y más específicamente del viaje por el desierto, y aquí me refiero principalmente al desierto interior. Son en total treintaisiete poemas y todos se titulan de la misma forma: desierto y van numerados del uno al treintaisiete. Los poemas de este libro no tienen mayor sentido si se leen individualmente, solo lo adquieren al momento de lograr, por decirlo de alguna manera: “ver el gran cuadro”. Algo bien interesante de este libro es que logré jugar con el concepto de espacio. Los poemas se encuentran dispuestos en la parte superior de la hoja, y al tratarse de poemas muy breves, la mayor parte de la página queda en blanco, lo que fue intencionado para reforzar la sensación de desierto que permea todo el libro. Después de este libro y su fuerte carga de silencios llegué a pensar que la poesía había terminado para mí, no veía por donde continuar… hasta que llegó el grito, la sublevación de la palabra en INCONVERS.O.S, confieso que me sorprendí de este tránsito meteórico del silencio al alarido ya que los primeros poemas de este libro los escribí a finales del 2006. Lo que siento es que el grito se encontraba en estado latente en mis otros libros y lo que sucedió en INCONVERS.O.S es que ese gritó pudo hallar finalmente su medio más adecuado para manifestarse libremente. Finalmente, a través de ese grito libertario puedo revelarme de una forma más integral, más madura, una voz que reivindica un nombre y un apellido: Raúl Jaime Gaviria y no simplemente Raúl Jaime como firmé mis cuatro libros anteriores, consciente que se trataba tan solo de la simiente de algo por venir. De ahí que lo que se ha desarrollado desde Ciclo natural hasta INCONVERS.O.S no es otra cosa que el devenir de una poética que no pretende alinderarse en una fórmula específica ni en una escuela estética ni en un estilo particular, se trata más bien de un “dejarse llevar”, de una confianza y una fe en la palabra de la que, quien escribe se asume como mero instrumento, como medio de lo que necesariamente ha de ser dicho en determinado momento y que hallará su sujeto en el tiempo y espacio adecuados. No se trata de una obra que se desarrolla desde una “coherencia literaria” que permita cómodas disecciones o cuadros comparativos del “antes” y el “ahora” por parte de los académicos. Es una obra irregular, con sus altas y bajas, sus rugosidades y sinuosidades, sus errores y aciertos, sus cambios de ritmo y de tono, así como lo es la vida que, como el río de Heráclito, es siempre cambiante y en la medida en que discurre a través de nosotros nos va transformando y moldeando permanentemente.


 ¿Podría usted indicarnos, por qué y para qué, que intencionalidad tiene o qué le provocó sensitiva para llamar este libro: INCONVERS.O.S?

Mi formación familiar es fundamentalmente católica y a causa de mi admiración por la poesía mística de Tomas Merton  ingresé al seminario de vocaciones tardías Cristo sacerdote de La Ceja, (el mismo donde realizó sus estudios sacerdotales Ernesto Cardenal, discípulo a su vez de Merton). Al finalizar el primer año me retiré. Luego, muchos años después, pasé unos meses en un monasterio benedictino del que me echaron porque me pasaba la mayor parte del tiempo leyendo y descuidaba los oficios de la liturgia de las horas. Todo esto para decir que el título del libro tiene que ver, en primer término, con el hecho de la fe, y principalmente de la fe en mí, y de las contradicciones que se dan dentro de la misma. De hecho las tres últimas letras del título corresponden a la conocida señal de auxilio S.O.S. de la que algunos afirman que significa en inglés Save our Souls (salva nuestra alma) aunque al parecer esto no es cierto. De todas formas no deja de ser intencionadamente contradictorio ese grito de auxilio en color rojo dentro del contexto de una palabra que, curiosamente, no se encuentra registrada en el diccionario de la RAE, pero que para el uso común significa alguien que no esta convertido a la fe de Jesucristo, (no existen inconversos cristianos). De otra parte está también el juego con la palabra versos, los inconversos pretenden deslindarse de los simples versos, ir más allá, rebelarse contra ellos, no se que tanto lo hayan conseguido, pero la intención era esa. De hecho en uno de los poemas lo expreso directamente: los míos no son versos, son inconversos.

En qué elementos, estructuras y posiciones poéticas basa y apoya usted este libro y que lo llevó a ello?

El libro no lo puedo desglosar de la manera que usted me lo pide. Solo le puedo decir que surgió como una necesidad, una pulsión que me invadió en un determinado momento, algún tiempo después de publicar Los ojos del beduino el poemario sobre el silencio y el desierto. El libro se plantea indudablemente como ruptura, aunque no de manera intencionada. Indudablemente que el gesto antipoético es la base fundamental del poemario, lo que permea toda la obra. De todas formas el libro no se inscribe en ningún tipo de escuela o formulación estética específica si tenemos en cuenta que la antipoesía es ante todo una postura ante la vida y la escritura.

En el principio del libro hay una mención evidente a  la antipoesía de Nicanor Parra y después, hay una contracrítica a la antipoesía: ¿Por qué y qué intenta con ello?

Es indudable que en INCONVERS.O.S se retoma como base de acción el gesto antipoético parriano, aunque en sentido estricto no puede hablarse de epigonismo, dada la complejidad de la estructura poética de Parra, que es imposible de imitar. Por algo Roberto Bolaño, que fue gran admirador de Parra, animaba a los valientes a seguirlo, y fueron muy pocos los que se animaron, incluso en Chile, a excepción quizás de Claudio Bertoni, aunque lo de Bertoni esta más en el registro de lo conversacional que de lo antipoético. Lo cierto es que en INCONVERS.O.S hay antipoesía, esto es indudable, por los juegos sutiles del lenguaje, los referentes populares, patrióticos o religiosos llevados a la parodia y la iconoclastia frente al poeta y la poesía misma. Es imposible, al menos en este tiempo histórico, escribir antipoesía negando a Parra, pero no lo es menos que la antipoesía como gesto libertario de la palabra existe desde los tiempos de Aristófanes y que la antipoesía como género sobrevivirá a Parra. Incluso en Colombia tenemos los poemas del Tuerto López que se acercan a este registro como lo demostró acertadamente James Alstrum en su estudio titulado La poesía de Luis Carlos López y la tradición de la antiliteratura en las letras hispánicas editado por El Banco de la República. La antipoesía se enmarca dentro de la llamada tradición de la ruptura donde se reúnen también todos los intentos de llevar la palabra al límite, como sucedió con las vanguardias europeas del siglo pasado. El surrealismo, el dadaísmo y tantos otros movimientos también erigieron sus postulados confrontando lo que existía previamente, muchas veces negándolo de plano. Y esto sucede no solo en la poesía sino en la filosofía, la política, la ciencia etc. Con respecto al poema crítico que usted menciona, se titula “Al diablo la antipoesía” y está escrito en forma de coplas, este poema, o más bien anti-anti poema) fue casualmente el último que escribí para el libro y en ese mismo orden se dispuso en la edición. Lo hice intencionadamente porque sentí que era necesario confrontar no solo la poesía sino la antipoesía misma que también corre el riesgo, en determinado momento, de convertirse en un mero formulismo, que encuentra su nicho de comodidad en el lenguaje. Hoy en día, merecidamente, Parra y su poesía se constituyen, en este momento, en una de las columnas de la poesía chilena, con mayor influencia que la poesía de Gonzalo Rojas llegando casi a equipararse a la de un ícono absoluto como lo es Pablo Neruda. Quizás esto sea algo inevitable, aunque no deja de ser paradójico, el antipoeta coronado como monarca del canon establecido, ¿no le parece? aunque creo que a Parra todo eso le vale un pito. El poema fue más que todo una advertencia para conmigo mismo, para estar atento con lo que pueda venir después. Si escribo más antipoemas en el futuro, me cuidaré de colocarme primero unas buenas antiparras.