BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"
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Edición No. 76, mayo de 2013
Directores: Raúl Jaime Gaviria / Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué
Correo electrónico: revistasfodelo@yahoo.comColaborador permanente: Rubén López Rodrigué
El Dostoievski de J.M Coetzee (segunda parte)
Hernán Botero Restrepo
El Maestro de Petersburgo, que debió titularse: El Maestro de San Petersburgo, no solo falsifica la vida de Dostoievski, y esto se debe ya no a un capricho, sino al desconocimiento de la historia de Rusia por parte de Coetzee.
¿Por qué? La respuesta es muy sencilla: porque el anarco-nihilismo europeo es producto de la tierra eslava, un fruto más de hechoque doctrinal de la tierra rusa. Basta para aceptar esta aseveración con recordar las rebeliones anti-zaristas de Stepán Razin (siglo xvii) y de Pugachev (siglo xviii) presentes temáticamente la primera en las obras de Pushkin: La hija del capitán y La historia de la rebelión de Pugachev, y la segunda, ya en la época de Stalin, en La cantata de Sergei Prokofiev: Stepán Razin. Hay que tener en cuenta que uno y otro conductor de las rebeliones mencionadas son anteriores a Hegel, tanto como al anarco-individualista Max Stirner.
Nietzche el nihilismo y el nihilismo ruso
Nietzche celebra el nihilismo filosóficamente, y simpatiza con el nihilismo napoleonista de Crimen y castigo y el de Demonios que tanto aterraba a Dostoievski, quien estuvo a punto de ser fusilado por haber pertenecido al círculo anti-zarista de Petrashevsky (una especie de reincidencia del movimiento decembrista) también anti-zarista, en el que militaron ante todo intelectuales, poetas y jóvenes de la nobleza.
Las ideas marxistas surgen en Rusia con Plejanov, contemporáneo de Lenin, al que este acabó desautorizando. No sobra recordar que Lenin detestaba a Dostoievski, que después de su confinamiento en Siberia dio un giro de ciento ochenta grados y acabó convertido en un miembro fervoroso de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
El último tema que quiero tocar aquí, así sea de paso, es el del pan-eslavismo: ni Dostoievski ni Tolstoi fueron pan-eslavistas al estilo de Vladimir Soloviev, y ya que se acaba de mencionar a Tolstoi quiero señalar que Lenin lo llamó: “el espejo de la revolución rusa” a pesar de que este epíteto le conviene más por sus Demonios a Dostoievski.
Turgeniev, el novelista que creó al nihilista Basarov, (que no es, según el espíritu de la novela en que aparece, un ejemplo a seguir) admira el carácter dinámico y emprendedor de los alemanes en su obra Humo, contrastándolo con la pasividad del hombre ruso. A eso se reduce el germanismo del autor de Padres e hijos. Más que sabido es el hecho de que Dostoievski y Turgeniev coincidieron en Baden-Baden, en donde ambos jugaron a la ruleta en el famoso casino de esa ciudad de Alemania, y que habiendo perdido y quedado endeudado por el juego, Dostoievski se vio obligado a pedirle un préstamo monetario a Turgeniev para saldar la deuda contraída a lo cual este accedió generosamente. Las malas lenguas han dicho y repetido muchas veces que Dostoievski jamás perdonó este acto de generosidad de parte de Turgeniev. Lo que soy yo, me atrevo a pensar que la deuda de Dostoievski con su colega no fue saldada nunca.