miércoles, 26 de febrero de 2014

Desorden alfabético por Luis Alberto Arango

GUADAÑAZOS PARA LA                           
BeLLA ViLLA            
                " La literatura a tajo abierto"     

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Edición No. 126, febrero de 2014
Directores: 
Raúl Jaime Gaviria
Hernán Botero Restrepo 
Publicación de Revista Asfódelo
email: revistasfodelo@yahoo.com


 


Desorden alfabético por Luis Alberto Arango
Hernán Botero Restrepo/ Raúl Jaime Gaviria

Luego de leer estos breves e iluminados textos del  amigo y librero sin par Luis Alberto Arango, pertenecientes a su libro Desorden alfabético y que queremos compartir hoy con nuestros lectores, nos ha sido revelada una elegante escritura que se ocupa de condiciones y temas humanos tan diversos como el jazz, la melancolía, la creencia, la escritura y la pobreza. Y lo hace de una manera tan sencilla que solo un escritor con algo valioso por decir podría lograr.  Y es que Luis Alberto nunca ha tenido inclinación por el oropel del superficial mundillo de los literatos, que pareciera que no tuvieran otra preocupación que la de estar compitiendo entre sí. A Luis Alberto eso le importa un comino.
   Se trata de textos muy musicales, no en vano Luis Alberto trasegó por algunos años por los complejos laberintos de la industria disquera, lo cual contribuyó al desarrollo de un fino oído musical que también ha logrado plasmar con buen tino en su prosa.
   Esperamos que Desorden alfabético no sea la única muestra de ese amplio y acendrado mundo poético que, desde ya, se vislumbra en la escritura de Luis Alberto y que ha operado como un refrescante bálsamo en medio de la aridez y mezquindad de una literatura colombiana plagada de escritores y obras sobrevaloradas e infladas por los mass-media.


MÚSICA
   Primero está el silencio, música celestial. Y luego la ociosidad de esa membrana o urdimbre llamada oído, totalizadora de nuestro diario vivir. Y al instante, por supuesto, la armonía y el desorden que son el mundo circundante, que se vuelve sonido, y que nosotros asimilamos como melodía.
   La música está en nuestras papilas, nuestra piel, cerebro, sangre, en nuestro subjetivo gusto, desde la primera canción de cuna, si la hubo, hasta el rumor de La Pathetica, la sonata número ocho de Beethoven. ¿Cuál es la música de los sordos?

CREENCIA
  Dañina inoculación que sujeta y,  por ende, castra al ser pensante. Y tabla de náufrago que contiene toda la perversión o la quintaesencia de la salvación, de la realización. Es mejor evitarla, pues con ella es más fácil el naufragio.
    La verdadera dificultad no es creer, lo es descreer.

JAZZ
    Precioso bicho que te pica de repente y te deja sin cura, porque no te interesará sanar. Preferirás vivir enfermo de sensualidad, informalidad e improvisación  –deliciosa anarquía-; cada vez más adicto, más contemplativo y, es posible, más feliz.
   Paliativo contra la tristeza crónica, el suicidio incluso.

DINERO
   Medio que la mayoría convierte en fin. Cordón umbilical de la humanidad cuya gangrena no ha logrado extinguirnos, pero que lo hará, sin duda. Su tenencia, su acumulación excesiva, su adoración, ha reemplazado al dios de las religiones. Es una religión en sí misma. Es un espejismo brutal. La ceguera que produce es incurable, no permite ver más allá de la nariz. Los otros elementos han muerto, son lacayos comprables y suprimibles.