martes, 19 de marzo de 2013

El fantástico humor de P.G. Wodehouse

GUADAÑAZOS PARA LA
BeLLA ViLLA
" La literatura a tajo abierto"

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Edición No. 66, marzo de 2013
Directores: Raúl Jaime Gaviria / Hernán Botero Restrepo
Publicación de Revista Asfódelo
Colaborador permanente: Rubén López Rodrigué
Correo electrónico: revistasfodelo@yahoo.com









El fantástico humor de P.G. Wodehouse

Raúl Jaime Gaviria

 
Hace algunos días terminé de leer el libro Picadilly Jim de P.G. Wodehouse, un autor inglés que vivió parte de su vida en Estados Unidos y que escribió más de noventa novelas. Hoy por hoy este autor está viviendo un segundo revival importante en nuestro idioma. En los años sesenta la editorial Plaza y Janés publicó varias de sus obras dentro de la colección El club de la sonrisa y recientemente ha sido Anagrama la encargada de volverlo a presentar al público de lengua española.  Luego de tomarme un café bien cargado en la mañana decidí emprender la lectura de Picadilly Jim, no sin cierta prevención, pues me habían hablado del autor en términos tan elogiosos que, como buen antioqueño, se me activó el chip de la desconfianza y en mi interior pensé: "de eso tan bueno no dan tanto". Lo cierto es que me equivoqué de medio a medio, Wodehouse es un escritor de un finísimo humor, que en una alquimia prodigiosa, le añadió al aire flemático e irónico del humor británico cierta frescura que hace que su prosa sea un formidable delicatessen para el lector de buen paladar. Si hay un escritor capaz de proporcionar gozo a raudales ese es sin duda P. G. Wodehouse que en cada página es capaz de recrear las situaciones más disparatadas sin que por ello pierda pie la progresión coherente de la historia que relata. Su maestría  ha sido comparada con la de Dickens.  En el caso de que existiera un ranking mundial de escritores con la más alta dosis de imaginación del último siglo estoy seguro que Wodehouse estaría en los primeros lugares de la lista y no, no necesito haberme leído la obra completa del caballero en cuestión para realizar tamaña aseveración, como tampoco considero necesario que haya que llegar al tomo cuarenta de la Summa Theologiae para darse cuenta de que se trata de un soberano ladrillo.


    Picadilly Jim es un libro de 288 páginas y yo, que, es menester reconocerlo, poseo una faceta excéntrica que no he podido superar, antes de iniciar la lectura decidí contabilizar el número de carcajadas (nada de afrancesadas risitas hipócritas) que la lectura me produciría, cosa que ya había hecho en ocasiones anteriores. Fueron exactamente cuarenta y dos, a razón de una cada 6.85 páginas, mi nuevo record personal.

    Leyendo a un escritor como Wodehouse no pude menos que lamentar las falencias humorísticas que padece nuestra actual literatura colombiana. Definitivamente hay que tomarse muy en serio el arte literario para producir una obra así y en Colombia muy pocos están capacitados para hacerlo, baste con citar los esperpentos pseudo-literarios de Daniel Samper Pizano y su retoño.

     Y que decir acerca de algunas de nuestras pretendidas "obras maestras" locales. La única carcajada (eso si, más larga y fuerte que cualquiera de las cuarentaidos provocadas por Picadilly Jim) que me produjo la lectura del absurdo mamotreto de García Márquez Cien años de soledad, se suscitó, luego de finalizar el libro, al recordar que algún imbécil llegó a comparar este libracho con una de las cumbres de la literatura de todos los tiempos como lo es El Quijote. ¡JA JA y triple JA de nuevo!


     Para finalizar permítanme citar a Sommerset Maugham, quien decía que la función principal de una novela era entretener y que si alguien leía novelas con el afán de formarse espiritual o intelectualmente pues más le valdría leer textos de filosofía, ciencias sociales o religión. Bajo este precepto podríamos decir que P.G. Wodehouse es uno de los autores más entretenidos que nos podamos encontrar en nuestro camino lector, y eso solo, en un mundo como el de hoy, vale un potosí.